Castigado por su amor romance Capítulo 1141

Se veían como trompetas. Sus fosas nasales ahora eran tan grandes que podían usarse como embudos. Su cara hinchada, era increíblemente fea. Ella parecía un cerdo. ¡Dios! Sus labios y lengua también sangraban. ¡Alex nunca la había visto en un estado como este antes! Incluso si no fueran Alex y alguien más, probablemente también la habrían echado a patadas. No era de extrañar que esas mujeres condenadas se estuvieran riendo.

“Ah…”. Lily dejó escapar un quejido de angustia desde el piso de arriba. Por otro lado, Sabrina, Yvonne, Ruth y Aino miraban a Alex con inocencia.

“Señor Poole, disculpa, hoy, Aino…”. Sabrina miró a Aino.

Aino intervino de inmediato: “¿Quién le pidió a esa bruja que me llamara una mocosa despreciable? ¡Incluso dijo que la Tía Jane está muerta! ¿Quién es ella? ¿Qué hace en la casa de la Tía Jane? ¿Por qué subió corriendo? ¡Llama rápidamente a la policía para que la atrapen, es una intrusa!”.

Sabrina respondió: “Mis amigas dijeron que Jane estaba en problemas, es por eso que…”.

Sabrina prefirió quedarse callada frente al silencioso Alex. ¡A él le gustaba el silencio! Jane ya no vivía allí, ¡así que Sabrina no regresaría nunca más! ¡Maldita sea! ¡No existían hombres buenos en la tierra! ¡Aparte de su hombre, todos los demás eran lobos con piel de cordero, unas escorias!

Sabrina miró a Sebastian y le dijo: "¡Vámonos!".

Sebastian se había quedado sin palabras. Después de que Sabrina se dirigió a la mansión de Alex, él intentó llamarlo nuevamente después de su reunión. Su teléfono seguía apagado, por lo que Sebastian se sintió preocupado. Alex era su mejor amigo. Hace solo medio mes, Alex pasó varias noches sin dormir por su culpa, ayudándolo a encargarse del Viejo Amo Shaw.

Después de colgar, Sebastian condujo hasta su compañía para buscarlo. El primer lugar que revisó fue la sala que pocas personas frecuentaban. Efectivamente, Alex estaba borracho. Ni siquiera estaba apto para conducir.

Sebastian decidió llevarlo de regreso a su casa, y en el momento en que entraron, se encontraron con semejante escena. Al ver esto, lo mejor que pudo hacer fue retirarse sorprendido.

Sebastian asintió. "Bien”.

Sabrina respondió: “¡Tú… estás siendo demasiado engreída! ¡No lo hagas más!”.

Aino le dijo a su madre de inmediato: “Mamá, no he peleado con ningún niño en mucho tiempo. Ya no me molestan, así que no los golpearé. Pero sentí mucha pena por la Tía Jane…”.

Sabrina estaba sorprendida. Ellas fueron hoy para buscar a Jane, entonces, ¿por qué se fueron sin siquiera preguntar dónde estaba?

Ella sacó el teléfono de Sebastian y llamó a Alex, esta vez su teléfono estaba encendido. Él respondió: "Hola...".

"Dime, ¿a dónde fue Jane?", preguntó Sabrina enojada.