Castigado por su amor romance Capítulo 1188

Sabrina se quedó sorprendida por un momento, antes de preguntarle: “¿Qué es?”.

“Sube y descúbrelo por ti misma”, dijo Sebastian misteriosamente.

Sabrina quiso seguir preguntando, pero Sebastian colgó antes de que pudiera hacerlo. Ella se dio la vuelta para mirar a Yvonne y Ruth con una sonrisa tímida. “¿Qué está pasando, ustedes dos lo saben?”.

Yvonne sonrió. “Tu esposo quiere darte una sorpresa. Es difícil imaginar que alguien como el Director Ford pueda pensar en algo tan romántico. Él nos pidió específicamente a los dos que te trajéramos a este centro comercial. Sube y echa un vistazo”.

“Realmente no sabemos cuál es la sorpresa”, añadió Ruth con una expresión seria.

Aino también le insistió. “¡Mamá, date prisa y vete!”.

Sabrina tomó la mano de Aino y subió al sexto piso del centro comercial junto con Ruth e Yvonne. El sexto piso era el piso más alto del centro comercial, con el primer piso como el área de cosméticos, bolsos y calzado; el segundo y el tercero como el área de ropa; el cuarto como el área de Hogar y Vida; el quinto como el área de Alimentación y Ocio. Sabrina había estado varias veces en este centro comercial y pensaba que solo tenía cinco pisos. No sabía que existía otro. Una vez que el ascensor llegó al sexto piso y salieron de él, Sabrina se sorprendió por el silencio que invadía el lugar.

Caminaron por el pasillo y Sabrina se conmocionó al instante por lo que se desarrollaba ante sus ojos. Era una tienda de muebles, y no de cualquier tipo de muebles, sino muebles antiguos o auténticos de madera. Ella no sabía mucho sobre carpintería de alta gama, pero se enamoró al instante de aquellos muebles de madera en cuanto los vio. Como se espera de artículos de alta calidad, todos poseen la misma naturaleza inolvidable.

Sabrina encontró la vista de Sebastian desde lejos y fue hacia él sorprendida. “Sebastian, estos muebles se ven tan hermosos. Todo lo que se necesita es una mirada para que me de cuenta de que deben ser de alta gama, incluso una mesa de café debe costar decenas de miles, ¿no?”.

“¡Mm…Mm!”. Sebastian se rio entre dientes. “No pensé que una arquitecta como tú supiera tanto sobre muebles”.

“Incluso si no soy una experta en esto, he podido aprender una o dos cosas de lo que escucho de otros, ¿no crees?”.

Eran demasiado costosos. Aunque lo iba a pagar su propio esposo, Sabrina todavía se sentía mal por ello.

Mientras tanto, Sebastian ya se había dirigido a la zona de ventas de la tienda de muebles. “Vamos a conformarnos con este juego. Creo que es un diseño de estilo campestre”.

“¿Este juego tiene un precio de dieciocho millones de dólares?”. La vendedora lo confirmó.

Sebastian asintió. “Sí”.

Sabrina no pudo decir una palabra.