Castigado por su amor romance Capítulo 1222

Tras ser despertado por su subordinado, Alex sacó inmediatamente el arma que siempre llevaba consigo y la puso contra la cabeza de Garrett. “¡Ya no quieres vivir más, j*der! ¡En serio te atreviste a molestarme cuando estoy soñando! Estaba soñando. Soñando, ¿entiendes? ¡Mi sueño!”.

Su sueño.

Podía ver a su Jane en su sueño.

Una mujer tan gentil y obediente. La mujer que se dedicó a él. La mujer que era incomparablemente pura en cuerpo y alma.

Ella estaba embarazada de su hijo. Con su vientre grande y torpe, había retrocedido paso a paso, y su rostro había estado cubierto de lágrimas.

Alex había estado a solo un paso de poder abrazarla fuertemente y no dejarla ir nunca más.

Sin embargo, ¡su sueño había sido interrumpido por Garrett!

Alex le gritó a Garrett sin razón: “¡Compénsame con mi sueño!”.

Sin embargo, incluso poniendo su arma contra la cabeza de Garrett, este último le preguntó en un tono extremadamente ofensivo: “Amo, usted… usted… ¿Qué acaba de decir? ¿Acaba de decir que quería tomar a esa mujer como su esposa? ¿Dijo que ya no ama a la señorita Lily? Dijo que la mujer que ama es la señorita Ja… Ja… ¿La señorita Jane?”.

Alex dijo: “¿Ya no quieres vivir, m*erda? Jane había estado conmigo durante muchos años. ¿No vale la pena que quiera amarla? Además, ¡tú! Cuando tu esposa estaba embarazada en ese entonces, no pensé en hacerles una visita a ti y a tu esposa. ¡Fue Jane quien insistió en ir!”.

De repente, Garrett comenzó a llorar.

Alex no sabía qué decir.

El hombre que estaba afuera del coche se arrodilló ante Alex con lágrimas cayendo por sus mejillas. “¡Amo… Amo Alex! ¡Merezco morir! ¡Merezco morir! Solo… máteme. Solo máteme ahora. Me lo merezco…”.

Él lloró muy fuerte.

Esto atrajo muchas miradas de reojo de los otros guardaespaldas.

Alex preguntó inmediatamente: “¿Qué pasa? ¿Qué sucedió?”.

Garrett cerró los ojos y dijo con inmenso pesar: “Amo, yo… Cuando buscamos en las montañas, yo… vi a la señora”.

De repente, Alex agarró a Garrett por el cuello y preguntó con fiereza: “¡Qué! ¡Acabas! ¡De! ¡Decir!”.