Castigado por su amor romance Capítulo 1238

“¡Aino! ¡Aino!”.

¡Ruth e Yvonne estaban sorprendidas! ¿Adónde se escapó la niña? Sabrina inmediatamente se levantó desesperada y gritó ansiosamente en todas las direcciones, presa del pánico.

La gente alrededor miraba a Sabrina.

“Como madre, ella solo se divierte en el centro comercial, ni siquiera cuidó bien a su propia hija”, murmuró alguien.

Sabrina estaba tan ansiosa que las lágrimas corrían por sus mejillas. "¡Aino!".

En este momento, Aino salió corriendo de una tienda especializada y sostenía la mano de una niña.

"Mamá, ¿qué estás haciendo? ¿Acaso no estaba en la tienda especializada justo detrás de ti? Vi a mi compañera de clase, Mamá”, gritó Aino.

Sabrina se quedó sin palabras. Después de una pausa, de repente corrió hacia Aino y se puso en cuclillas para abrazarla. Luego, la golpeó en el trasero tan fuerte como pudo. “¡Niña tonta! ¡Casi me muero del susto! Si te pierdo, no querría vivir más. No podría vivir más. Aino, ¿por qué no me dijiste que fuiste a jugar con tu compañera de clase?”.

Al ver a Sabrina llorando en tal estado de pánico, Aino se sintió terrible. "Lo siento, Mamá. Sé que me equivoqué”.

“Realmente eres especial. No cuidaste a tu hija y le echas la culpa por haberla perdido. ¿Qué clase de lógica es esta? ¿No crees que llegaste demasiado lejos al golpearla frente a tanta gente en el centro comercial?”. Una voz nítida y fría vino desde encima de la Sabrina.

Sabrina levantó la cabeza y miró a la persona que habló.

Sabrina sonrió y dijo con un tono sincero. "Eres muy especial”.

“Ustedes me obligaron”, dijo la mujer descortésmente. Sabrina se sorprendió.

“Acabo de regresar del extranjero. Allá no hay problema con ser madre soltera, nadie discrimina a las madres solteras. Sin embargo, las cosas no son lo mismo en este país, especialmente dentro de su círculo de personas adineradas. No le debo a nadie, entonces, ¿por qué debería aceptar sus exigencias? Entonces, ¿qué hay de malo en no unirme a los chats de grupos? Como resultado, cada vez que llevo a mi hija al jardín de infantes, su grupo de amas de casa adineradas me critican y chismean de mí, ¡qué mezquindad!”.

Sabrina se sonrojó. "Bueno…".

"¡Olvídalo!". La mujer bajó la cabeza y sonrió de manera autocrítica. “Cuando conozca bien este lugar, me mudaré y encontraré un jardín de infantes que tenga un mejor ambiente para mi hija”.