Castigado por su amor romance Capítulo 128

Bajo la lluvia, Sabrina estaba arrodillada frente a la tumba de Grace con un paraguas negro sobre la cabeza. Frente a la tumba de Grace había un ramo de flores amarillas y blancas. Las lágrimas brotaron de los ojos de Sabrina mientras le decía: “Tía Grace, lo siento…Lo siento por no poder despedirte durante tu funeral. Sé que estuviste huyendo la mayor parte de tu vida, y que siempre sufriste. Sin embargo, ahora las cosas serán mejores para ti. Podrás descansar con tus padres y tu hermana. No tienes que estar sola en el otro lado”.

“Tía Grace, te envidio. Después de la muerte de mi madre, fuiste mi única familia, pero ahora también te has ido”.

Sabrina sollozó.

El sonido del llanto de Sabrina era suave, incluso Sebastian y Kingston no lo escucharon cuando se acercaron. Fue Sabrina quien escuchó sus pasos primero. Vio al frío y serio Sebastian, así como a Kingston, que tenía una mirada perdida.

Kingston abrió la boca, parecía que quería decirle algo a Sabrina, pero al final optó por quedarse callado.

Sabrina se encontraba en una situación incómoda. Se levantó, arreglándose el cabello mojado por la lluvia, y le dijo a Sebastian con un tono suave: “Lo siento, Señor Ford. Sé que no obtuve su aprobación antes de venir a la tumba de la Tía Grace. No tengo otras intenciones, solo he venido a traerle flores. Yo… me despido”.

Por muy buena que fuera su relación con la Tía Grace, Sebastian aún seguía siendo el hijo de Grace, por lo tanto, respetaba su decisión de mantenerla lejos de su tumba.

Sabrina se dio la vuelta para irse. Dio unos pasos, pero rápidamente se dio vuelta nuevamente y le dijo a Sebastian con decisión: “Señor Ford, ya que la tía Grace ha fallecido, podemos firmar los papeles del divorcio cuando tenga tiempo. Cuanto antes, mejor”.

“Le pregunté sobre nuestro contrato, no porque en realidad quiera ese dinero, sino porque pronto tendré un hijo y necesitaré dinero para criarlo. Señor Ford, le he explicado todo lo que he podido, pero ya no necesito ese dinero. Solo quiero que sepa que no cuidé de la Tía Grace por el dinero. Realmente la veía como mi familia. No quiero manchar mis sentimientos por la Tía Grace con ese dinero. En cuanto a cómo me trata, eso depende de usted. Sé que es extremadamente rico. Si quiere matarme, sería como matar a una hormiga. Si realmente quiere mi vida, puede venir en cualquier momento. No me resistiré, sería bueno volver a ver a mi madre y a la Tía Grace”.

Sebastian se quedó sin palabras. Esta vez, realmente se quedó mudo.

Ella era alguien que hablaba muy poco. Solo la había visto hablar así dos veces. La primera vez fue cuando la trató bien y le compró la ropa y la computadora portátil. Y ahora, en este momento.