Castigado por su amor romance Capítulo 1289

Mientras caminaba, le dijo a Kingston sin siquiera molestarse en darse la vuelta: “Kingston, ya que mi primo me ha suplicado que le muestre misericordia, no hay necesidad de arrojar a esta z*rra a las alcantarillas. Además, ella ya huele bastante mal. Solo échala a la calle”.

“¡Sí, Señora!”.

“Recuerda desinfectar el área de recepción para deshacerte de su hedor”.

“¡Lo haré, Señora!”.

Sabrina arrastró a Sebastian cada vez más lejos, mientras Kingston le decía fríamente a Lori quien estaba sentada en el suelo: “¡Fuera!”.

Lori: “…”.

Ella quería irse. Había querido irse hace mucho tiempo, pero había un gran agujero en la parte de atrás de su falda cerca de sus nalgas, así que si se levantaba ahora, su ropa interior quedaría expuesta.

“¡Fuera!”. Los miembros del personal la echaban, especialmente las mujeres.

“¡Una mujer como tú, fuera! ¡Una z*rra! Las z*rras como tú están en todas partes, ¡eh! ¡No hay nada que te detenga! Solo eres una pequeña z*rra y sin embargo te vistes con tanta clase, ¡bah! ¡Vete ahora mismo! ¡Si no lo haces, te echaremos a la calle y te desnudaremos!”.

Lori se levantó y salió corriendo por la puerta.

¡Oh, Dios! En el momento en que se levantó, todos se dieron cuenta de que llevaba ropa interior extremadamente escasa, de la clase que solo un trozo de tela sostiene toda la prenda.

“Jaja…”.

La vergüenza que sintió al exponer su ropa interior en público hizo que Lori sintiera ganas de morir. Se apresuró a quitarse el pañuelo desordenado y deforme de su cabeza y lo envolvió alrededor de su trasero, luego salió corriendo caóticamente del área de recepción y bajó las escaleras mecánicas.

Al escuchar las palabras confiadas de su hija, Jennifer la elogió aún más: “¡Por supuesto! ¡Incluso como una cortesana moderna, mi hija definitivamente está al nivel de una princesa! ¿Has escuchado hablar de las princesas del país caído Cospen? Aunque luego se vieran obligadas a convertirse en acompañantes y cortesanas, su elegancia y gracia eran evidentes a la vista. Esa pose no se puede imitar. ¡Y mi hija es esa superior y noble princesa! ¡Tengo fe en ti! Una vez que te cases con Sebastian Ford, tú y yo tendremos un brillante futuro por delante”.

“¡Por supuesto, Mamá!”.

Esto fue lo que planearon antes de regresar a su tierra natal. Sin embargo, nadie esperaba que su plan se hiciera pedazos en el momento en que se pusiera en marcha.

“Lori, ¿qué… qué pasó?”. Jennifer se quitó el abrigo y lo envolvió alrededor de los hombros de su hija, mirándola con la angustia escrita en todo su rostro.

El rostro de Lori estaba oscuro de ira. “¡Sabrina Scott! ¡Esa mujer! ¡Ella se excedió!”.

“Sabrina… ¿Qué te hizo Sabrina?”. Detrás de ella, una voz envejecida de repente preguntó.