Castigado por su amor romance Capítulo 1353

Jane era de hecho muy sabia.

Ella había decidido escapar del abismo de miseria para vivir una vida humilde pero honesta con el hombre que amaba.

Justo cuando estaba pensando en Jane, sonó el teléfono de Sabrina. Lo levantó y vio que era una llamada de Jane.

Por alguna razón, sus ojos se humedecieron de inmediato. Las lágrimas corrían por sus mejillas como riachuelos. Un fuerte sentido de comprensión y simpatía por la situación similar de la otra mujer brotó de su pecho. Sabrina apenas logró reprimir la desesperación que acompañaba a tal realización.

Un minuto después, cuando la llamada estaba a punto de cerrarse, Sabrina pudo calmarse y respondió.

Entonces dijo con un tono pacífico y claro: "Jane, ¿eres tú?".

La voz de Jane se escuchó del otro lado del teléfono. “Sabrina, solo te llamo para decirte que estoy sana y salva, y también para decirte que no puedo devolverte el dinero en este momento. Porque a pesar de que mi novio actual y yo trabajamos, solo ganamos alrededor de doscientos dólares por día…”.

“Está bien, Jane, no tengo prisa, así que no tienes que pagarme. Guarda el dinero", dijo Sabrina con una serenidad fingida.

Al otro lado del teléfono, Jane preguntó de inmediato: "¿Qué pasa, Sabrina? ¿Estás llorando?".

Sabrina respondió: "No".

"¿Por qué siento por tu tono que estás triste?", preguntó Jane preocupada.

Sabrina: "Yo... yo solo... te extraño, Jane".

Mientras hablaba, se echó a llorar.

“El año pasado, cuando recién regresé del Condado de Ciarrai, la mayoría de la gente me juzgó, pero tú fuiste la única… me diste una botella de agua. Nunca olvidaré tu amable sonrisa, Jane. Realmente te extraño…”, sollozó Sabrina.

En este momento, ella realmente extrañaba a Jane.

Del otro lado, Jane estaba muy conmovida. “Sabrina, un día, definitivamente nos volveremos a ver. Estoy segura de que lo haremos. Confía en mí".

“Está bien, confío en ti, Jane. Debes cuidarte mucho”, dijo Sabrina.

"Sabrina, tú también, ambas debemos cuidarnos bien", respondió Jane.

"Está bien, seguiré tu consejo".

“Aino Scott, ¿cuál es tu apellido?”, le preguntó Sabrina de la nada.

“Scott, por supuesto. ¿Por qué la pregunta repentina, Mami?", preguntó Aino confundida.

"Nada… es nada". Sabrina forzó una sonrisa en sus labios. "Solo creo que en el futuro... Ya no tienes que cambiar tu apellido".

“¿Qué pasa, Mami? ¿Lloraste? Tus ojos están rojos. Mami, ¿quién te molestó? ¿Le dijiste a Papá?". Aino hizo una serie de preguntas a su madre.

Sabrina dijo: "Aino... Nosotros... Puede que tengamos que...".

Al ver que Aino era muy cercana a su padre, Sabrina se quedó sin palabras. No sabía cómo mencionar el tema.

"Vamos. Súbete al coche”, dijo.

Al llegar a su coche, antes de subirse, Sabrina vio a alguien parado frente a él.

“¿Holden… Holden Payne?”, gritó Sabrina.