Castigado por su amor romance Capítulo 1486

Al otro lado de la línea, Sebastian hizo una pausa debido a la sorpresa, y preguntó: "Alex, ¿qué acabas de decir?".

Al otro lado, Alex ya había colgado. Nunca había imaginado que Jane se le acercaría mientras hablaba con Sebastian. Jane llamó a la ventana y Andrew la abrió. Sin previo aviso, Jane había visto a Alex desde fuera del coche.

Jane parecía tranquila al ver a Alex. "¿Cuántos días llevas aquí?", le preguntó.

Alex, en cambio, se sintió como si lo hubieran atrapado haciendo algo malo. "J-Jane...".

Jane sonrió miserablemente. "Señor Poole, ¿podrías darme una muerte rápida?".

Hace cuatro meses que no se veían y el reencuentro se sentía como si hubiera pasado siglos. Alex se sentía aturdido como si estuviera en una especie de fantasía; ya que el tono de Jane sonaba tan distante como si no se hubieran conocido nunca, sin rastro del tiempo que habían pasado juntos en los últimos ocho años. Por no hablar de que ya había engendrado a sus hijos y de que seguía embarazada de él en ese momento. Su tono reflejaba la compostura de alguien que había pensado todo, lo cual hacía parecer que no había nada entre ambos -ni amor, ni resentimiento- incluso cuando hablaba de su propia muerte.

Alex sintió que le dolía el corazón como si tuviera algo atascado. Miró aturdidamente a Jane y luchó durante un rato antes de murmurar finalmente: "Jane, tú... has adelgazado".

Jane estaba tan furiosa que empezó a reírse histéricamente. Miró fijamente a Alex y se rio hasta que se movía de un lado a otro, incapaz de decir una palabra. Después de un rato, soltó un largo suspiro y dijo con decisión: "¡Vamos! ¡Mátame!".

Entonces cerró los ojos y esperó tranquilamente su muerte.

Aunque el sol brillaba y no había ni una sola nube en el cielo ese día, la forma en que ella estaba ante la puerta del coche le produjo escalofríos. Alex salió lentamente del coche. Bajo el frío viento, estaba de pie con una gabardina azul marino con el cuello levantado. Llevaba un par de brillantes botas militares y, con su altura de más de 1.8 metros, daba un aura de autoridad incompatible. La mujer que tenía enfrente era pálida y llevaba el pelo suelto, con una blusa de algodón que había pasado de moda desde hacía décadas. La blusa de algodón era ligeramente más grande y ancho en los hombros, pero aun así no podía abrocharla alrededor de su vientre. Su vientre estaba ligeramente abultado y expuesto en el exterior y en la parte inferior, y ella llevaba el tipo de pantalones de algodón que solo las mujeres mayores usarían en estos días. Ya no llevaba las botas negras de obrero de hace unos días, sino un par de viejos zapatos de algodón hechos a mano. Sin embargo, su atuendo no ocultaba en lo más mínimo la verdadera belleza de Jane.