Castigado por su amor romance Capítulo 1691

¡Ella estaba realmente muy disgustada por esa cosa inhumana! Neo, por su parte, gritó detrás de la vieja: “Ceci-Cecilia…tú…”.

Él parecía haber envejecido diez años en un instante. Cuando salió del municipio, parecía un hombre de setenta años. Su esposa lo había dejado. En el futuro, se quedaría solo en casa, entonces, ¿quién cocinaría para él? ¿Quién cuidaría de él? ¿Sus hijos? Ellos no sabían cómo cuidar a los demás, y sus esposas no cuidarían de él. ¿Qué había de sus hijas? ¿No era muy impropio que sus hijas lo sirvieran tan de cerca?

Lo mejor era tener a su pareja, pero ella ni siquiera giró la cabeza para mirarlo de nuevo. En ese momento, inesperadamente Neo estaba cubierto de lágrimas. “Cecilia… no te vayas”.

La vieja escuchó el llanto de Neo. Sin embargo, ¿eso era acaso problema de ella? Ya estaban divorciados. Nunca más sería la niñera de nadie gratis, ni sería regañada por otros. A partir de entonces, sería pagada por ser niñera, empleada doméstica y hasta por limpiar el baño.

Después de regresar a su hotel, la vieja se llevó su bolso y luego comenzó a buscar trabajo. Sin embargo, la búsqueda de trabajo no fue tan sencilla como ella pensaba. Como todo su cabello se había vuelto blanco por trabajar duro en la familia Dixon durante los últimos diez años, muchas familias que estaban contratando no la querían. Sin embargo, la vieja tampoco se sintió abatida. Primero encontró un lugar para quedarse. Después de instalarse, salía a buscar trabajo todos los días. Después de medio mes desde que se instaló, la vieja se encontró con su sobrina, a quien no veía desde hacía casi más de una década cuando fue a buscar trabajo nuevamente a un restaurante.

Cuando la tía y la sobrina se encontraron, ambas se abrazaron y lloraron desconsoladamente.

“Hana, te escapaste de casa cuando tenías dieciséis años. Te he estado buscando durante mucho tiempo. ¿Dónde has estado? No te he visto en más de veinte años, hija mía”. La vieja miró a su sobrina y lloró de pena.

"¡Mm-hmm!".

Hana llevó a su tía a su casa. Aunque su casa era muy pequeña, era suficiente para que ella también se quedara. Ellas habían vivido bastante bien juntas. La vieja limpiaba en casa. Hana había estado trabajando en cinco trabajos desde el amanecer hasta el anochecer todos los días. Llegar a casa y tomar un bocado de una comida caliente cuando regresaba a casa la hacía muy feliz.

Sin embargo, una vida tan feliz solo duró un mes. Un día, unos extraños irrumpieron repentinamente en su casa. Había mujeres y hombres entre ellos, y todos estaban vestidos con mucha elegancia. A primera vista, parecía gente decente. El grupo de personas irrumpió en la casa y vio a la vieja. Gritaron: “¡Eres una ladrona! ¡Veamos dónde más puedes esconderte!”.