Castigado por su amor romance Capítulo 1699

Zayn y Hana ayudaron a la vieja a salir al patio. La vieja llamó entonces en voz baja: "Neo Dixon, ¿estás en casa?".

"¿Quién es?". Una voz envejecida vino desde el interior de la casa. Lógicamente, el anciano solo debería tener sesenta y seis años, por lo que no se le consideraba demasiado mayor. Sin embargo, aquella voz sonaba como la de un anciano de casi ochenta años.

"Es Cecilia y estoy aquí para discutir contigo el asunto de los cincuenta mil dólares".

"¿Regresaste? ¿Es que ya no tienes ningún otro sitio al que ir, y por eso has regresado? Esto no es un refugio y tampoco es un hotel. ¿Crees que puedes ir y venir a tu gusto? ¿Quién crees que eres? ¡Vete al infierno! ¡Lárgate de aquí!", dijo el anciano. Su puerta se abrió justo cuando terminó sus palabras.

Del interior de la casa salió una silla de ruedas, en la que estaba sentado un anciano muy delgado. El anciano miró a Cecilia y sus ojos se clavaron en ella. Cecilia era diez años más joven que él. Solo tenía 45 años cuando se casó con él. Para él, quien entonces ya tenía 55 años, Cecilia seguía estando llena de una especie de belleza juvenil. Había disfrutado de una nueva vida durante diez años después de casarse con Cecilia. Al principio pensó que, después de no verla durante más de un año, la indigente Cecilia seguramente estaría vestida con ropas ajadas. Sin embargo, nunca hubiera esperado que Cecilia pareciera estar muy limpia y de buen humor. Tenía la cabeza llena de canas, pero eso también era un estilo único.

El anciano miró a la vieja con desprecio. "¿Qué haces tan vestida con tanto estilo? ¿Podrás escapar de tu destino de indigente si te vistes con tanto estilo? No me lo puedo creer. Incluso ni mis hijos biológicos se preocupan por mí, ¿acaso podrían tus familiares cuidar de ti el resto de tu vida? ¡Al final, aún tuviste que regresar a mí! ¡Mmm! ¡Qué repugnante! ¡Deprisa, entra y cocina para mí!".

Al ver a un anciano tan arrogante e impertinente, Zayn realmente quería ir a darle una patada. Por otro lado, los ojos de Hana se pusieron rojos de rabia. Sin embargo, la vieja mantuvo la calma. "¡Neo, estoy aquí para resolver la disputa entre nosotros!".