Castigado por su amor romance Capítulo 1767

"Mm-mmm". Aino afirmó inmediatamente con la cabeza, feliz.

La niña estaba tan feliz que no podía dormir. "Mamá, ¿ya dio a luz la Tía Jane?".

"Todavía no".

"¿Cómo es que todavía no ha dado a luz?".

Sabrina se quedó sin palabras.

"¿Ella está esperando a que el Tío Poole venga aquí desde Ciudad Kidon, entonces solo dará a luz?", preguntó. "De lo contrario, si hubiera dado a luz antes, entonces Tío Poole no sabría cómo fue para la Tía Jane dar a luz a su hijo. En realidad, dar a luz a un bebé es muy duro, ¿verdad, Mamá?".

Sabrina lloró de repente por alguna razón. La niña era aún muy pequeña, pero lo sabía todo. Sabía que era muy difícil para las madres dar a luz a su bebé, y que estaban casi a un pelo de la muerte. Cuando Sabrina dio a luz a Aino, ni siquiera pudo estar segura de que podría ser cazada mientras daba a luz en ese momento, y mucho menos de que el padre del niño estuviera presente.

"Tu Tía Jane es muy fuerte, así que debería ser capaz de esperar hasta que tu Tío Poole llegue, entonces solo dará a luz, para que tu tío Poole pueda ver adecuadamente lo mucho que ella ha trabajado".

"Entonces, ¿cuándo llegará el Tío Poole?". Aino lloró de repente. "No quiero que la Tía Jane espere demasiado tiempo. ¡Es demasiado doloroso y duro!".

"Debe ser mañana. Mañana por la mañana. Cuando te despiertes, tu Tío Poole ya estará al lado de tu Tía Jane", aseguró Sabrina a Aino.

"¿De verdad?".

"Sebastian...". Por alguna razón, Sabrina de repente tenía muchas ganas de estar en los brazos de Sebastian y actuar como una niña mimada en ese momento.

Tal vez fue porque vio que Jane estaba a punto de dar a luz y tal vez fue también porque ella misma estaba a punto de dar a luz pronto. Ese tipo de miseria que experimentó cuando dio a luz a Aino la última vez todavía estaba vívida en su mente. No se atrevió a pensar en ello. Tal vez a las mujeres embarazadas les gustaba dejar volar su mente. En cualquier caso, en ese momento solo quería ser mimada en los brazos de su marido.

Sebastian rodeó suavemente a Sabrina con sus brazos y le preguntó con gran preocupación: "¿Qué pasa? ¿Por qué no te has ido a la cama? La casa está muy oscura, pero tampoco has encendido las luces".

Sabrina sacudió la cabeza. No le contestó en absoluto. Solo se puso de puntillas, levantó la cabeza y puso sus labios sobre los de Sebastian.

Sebastian se quedó sin palabras.