Castigado por su amor romance Capítulo 1801

¡Fue un error! ¡Todo fue un error! ¡En ese momento, era otro gran error ya que él personalmente empujó a su nieta afuera y no se sabía si acabaría viva o muerta! En ese momento, Sean se sentó en la calle, no muy lejos de su jardín de infantes, echó la cabeza hacia atrás y lloró sin parar. Lloró tan desconsoladamente que estaba empapado de lágrimas y mocos. Un anciano vestido de traje con un coche estacionado no muy lejos de él lloraba así en la calle atrajo muchas miradas de reojo de los demás. Alguien no pudo evitar preguntar: "Señor, señor, ¿qué le ha pasado?".

Sean se secó las lágrimas. "Mi… Mi nieta... Fue secuestrada".

Varias personas se fijaron alrededor y no vieron nada en los alrededores. Uno de ellos preguntó de inmediato: "¿Cuánto tiempo ha pasado desde que fue secuestrada?".

"Hace cinco... Cinco minutos".

"Sin duda, esa mala gente no ha ido muy lejos. ¡Llamen rápidamente a la policía, llamen a la policía!".

"¡No, no llamen a la policía!". Sean reaccionó a tiempo inmediatamente. Se levantó y detuvo a la persona que quería llamar a la policía. "No… Llames a la policía".

Esa persona miró a Sean con extrañeza. "¡Es usted realmente una persona extraña! ¿Su nieta fue secuestrada y aún así no me deja llamar a la policía?".

"¡Me temo que él está loco!".

"¡Tal vez tiene Alzheimer!".

"Vamos, vamos, vamos. Dejemos en paz a una persona así. No sabemos cuáles son sus antecedentes. No nos metamos en problemas".

"Joven Amo Sebastian, aunque no vuelva a la Residencia Ford a menudo, en momentos tan cruciales, sigues siendo usted...", dijo el ama de llaves conmovido.

Sebastian se mostró distante y no dijo nada. De hecho, no iba a la Residencia Ford muy a menudo, pero le era imposible no preocuparse por los cuatro ancianos de la residencia. Sebastian se sintió muy conmovido al mirar a aquel anciano en la cama del hospital, que iba a fallecer pronto. Pensó para sí mismo que tal vez tendría que quedarse allí esa noche y que ya no podría volver a casa.

Justo en ese momento, sonó el teléfono de Sebastian. Tomó el teléfono y vio que era Kingston quien llamaba, así que contestó de inmediato. "¿Qué pasa, Kingston?".

Poco después, el teléfono de Sebastian cayó al suelo y se le rompió la pantalla.