Castigado por su amor romance Capítulo 183

“¡Tírenle huevos podridos! ¡Mujer indecente!”.

“¡No le tengan piedad! Viejo Amo Ford, ¡permitir que se quedara aquí solo trajo mala suerte!”.

Gritaron todos los invitados de la boda. Henry miró furiosamente a Sabrina, mientras ella miraba a Sebastian, con el rostro lleno de esperanza. El tono de Sebastian era extrañamente tranquilo: “¡Sabrina, te has pasado de la raya!”.

Su tono provocó escalofríos en los invitados.

“Yo, Sebastian, solo me casaré una vez en mi vida, ¿por qué intentas arruinarlo? Cuando firmaste el contrato conmigo, te prometí una gran cantidad de dinero, pero ¿que dijiste? Dijiste que tenías una verdadera amistad con mi madre, que no estabas ahí por mi dinero. Sin embargo, ¿ahora intentas arruinar mi boda?”.

Sabrina comenzó: “Sebastian…”.

“¡Piérdete!”, rugió Sebastian de repente.

El sonido fue tan fuerte que un hombre que estaba a veinte metros de distancia, grabando la descabellada escena, vio como su cámara temblaba y se caía al suelo.

“¡Piérdete!”, volvió a decir Sebastian.

“¿No crees en mis palabras?”, preguntó Sabrina.

Sebastian se hizo eco: “¡No dejes que te vuelva a ver en esta vida, o no te daré una muerte fácil! ¡Te dejaré sentir personalmente lo que es ser la mujer más sucia, despreciable y sin dignidad de este mundo! ¡No odio a las mujeres más de lo que odio a los hombres! No acabaré contigo hoy solo porque cuidaste a mi madre durante esos dos meses. Ahora, ¡lárgate!”.

Sabrina se quedó sin palabras. Sabía que Sebastian no estaba bromeando.

Sebastian siempre había sido alguien que cumplía con su palabra y Sabrina había visto personalmente cómo Sebastian lidiaba con sus enemigos. Ella se estremeció de miedo.

“¿Una indigente se atreve a ser tan atrevida?”.

“Cuanto más una mujer es así, más sueña con lo imposible. No tiene miedo a nada. Al fin y al cabo, no tiene nada que perder”.

La ropa rasgada de Sabrina se convirtió en una broma pública.

Sabrina fue echada del lugar de la boda. Los guardaespaldas la llevaron a la carretera principal, a un kilómetro del lugar de la celebración, y la arrojaron a un lado de la carretera.

Antes de que Sabrina pudiera levantarse, un gran camión se dirigió a toda velocidad hacia ella.

“¡Apártate!”. Una figura empujó rápidamente a Sabrina.