Castigado por su amor romance Capítulo 1950

Sebastian quiso reír cuando vio la pequeña expresión de Aino. Su hija nació para tener muchas ideas y muchos planes, y ella siempre está llena de ideas para hacerle bromas a los otros. Al tener a tan buena ayudante a su lado, Sebastian se sintió bastante tranquilo. Le dijo suavemente a Aino: “Adelante, pero tienes que prometerme que no te pasarás de la raya. Si dejas a esas dos mujeres cubiertas de hedor de nuevo, me voy a sofocar”.

“¡Mmm! La próxima vez que le haga una broma a esa mujer de nuevo ciertamente no usaré el método previo de nuevo, papá. Sin embargo, no me pasaré hoy. Porque tengo un ayudante que es más excesivo que yo”, dijo Aino. Luego le hizo una cara a su padre y se fue corriendo.

La pequeña niña corrió hacia el patio de la Residencia Ford como un rayo. Aino no había venido a la Residencia Ford mucho. En dos años, solo había estado aquí cinco veces, y todas las veces que visitó fue desagradable. Sin embargo, fue suficiente para dejar que Aino se familiarizara con la estructura delantera y trasera de la residencia.

Mientras su pequeña figura estaba corriendo en la mansión, muchas sirvientas la podían ver. Una no pudo contener el suspiro y dijo: “Pobre niña. Es la única tataranieta de la familia Ford. ¿Por qué es tan detestada por Viejo Amo Ford y la Señora Ford?”.

“¡Es cierto! Yo pienso que la princesa es muy tierna y tan hermosa. ¿Por qué no le agrada al viejo amo?”.

“Es por su madre”.

“No, yo pienso que es por la Señora Ford”, dijo otra sirvienta cuidadosamente.

Su voz fue tan baja que casi nadie la escuchó. “El Joven Amo Sebastian no es el hijo biológico de la Señora, así que por supuesto, no trata a la pequeña princesa como su propia nieta. A la Señora ni le importa si vive o muere la pequeña princesa, así que le urgió al Viejo Amo Ford de que no le agradara tampoco la pequeña princesa”.

“Bueno, qué niña más lastimosa”.

Cuando las dos sirvientas vieron la sonrisa abatida de la princesita, realmente no supieron cómo consolarla. En ese momento, la mirada que mostraba Aino era verdaderamente lamentable. Nadie sabría que esta persona desafortunada llamada Maysun en realidad casi había sido miserablemente engañada por Aino. Aino apretó sus pequeños puños e incluso había grandes lágrimas en sus ojos mientras decía con un nudo en la garganta: "¡Ciertamente tengo que eliminar a esa mujer! ¡Mmm!".

Una vez que las sirvientas escucharon eso, inmediatamente entraron en pánico. “No sea tontita, pequeña princesa. Sigue muy joven. No la puede golpear en lo absoluto. Tiene que aprender a mantener un bajo perfil. ¿Entiende eso?”.

“¡No! ¡Solo la quiero eliminar!”, dijo Aino mientras se iba corriendo con lágrimas.

Las dos sirvientas detrás de ella no pudieron contener el suspiro. “Pobre niña. Si yo viera a alguien más viniendo descaradamente a robar la posición de mi madre, ¡yo también querría destrozar a esa mujer en pedazos!”.