Castigado por su amor romance Capítulo 244

Sabrina dijo con firmeza: “¡Muéstrame el camino!”.

La recepcionista se quedó sin palabras.

También lo estaba la mujer noble de unos cincuenta años que acababa de denigrar a Sabrina. Cuando escuchó que Sebastian dejó pasar a Sabrina, se quedó sorprendida al instante.

“¿Tú eres Sabrina?”, preguntó con curiosidad la mujer mientras bloqueaba el paso de Sabrina.

Sabrina se burló: “No pareciera que te conozco, ¿verdad? ¿Es una obligación responderte?”. ¡Qué gracioso! ¿Acaso todo el mundo creía tener derecho de mandarla?

¿Acaso ella, Sabrina, le debía algo a alguien?

¡Ni siquiera le debía a Sebastian!

¡Fue ella quien salvó su vida! Incluso estuvo embarazada con su hija.

Si Sebastian no hubiera arrebatado a Aino de su lado para convertirla en su rehén, Sabrina no habría estado bajo su control.

La señora de mediana edad dijo: “Tú…”.

Sabrina miró al mostrador de la recepción, y la recepcionista dijo inmediatamente con una reverencia y un movimiento de cabeza: “Señorita Scott, por aquí, por favor”.

La elegante señora detrás de ellas se puso furiosa. Al instante sacó su teléfono e hizo una llamada. “Sebastian, estoy en la recepción. Ve a la sala de reuniones inmediatamente. ¡Quiero reunirme contigo!”.

Al otro lado de la línea, el tono de Sebastian era particularmente frío: “Madrastra, dije que no me gusta que los miembros de la familia se involucren en los asuntos de la empresa, pero no me escuchaste. Ya que querías tener una reunión, no hace falta que vayas a la sala de reuniones. Te esperaré en mi oficina”.

La señora que llamó a Sebastian era su madrastra y esposa de Sean Ford, Rose Quinton.

Alex dijo tranquilamente: “No he visto a la señorita que escondiste en tu casa. ¿Cómo podría irme? Sebastian, has estado soltero durante mucho tiempo. ¿Estás esperando a esta señorita, verdad? Supongo que ella también dio a luz a la niña que trajiste hoy. Sebastian, no puedes ocultarla y mantenerla encerrada por siempre”.

“Nada puede ocultarse para siempre. Las cosas saldrán a la luz tarde o temprano”.

“Me gustaría saber por qué escondes a tu esposa y no dejas que conozca a tus mejores amigos como nosotros”.

Cuando Alex terminó su frase, Sabrina empujó la puerta y entró. “Sebastian Ford, ¿dónde está Aino? ¿Dónde la dejaste?”.

“¡Ey!”. Alex sonrió abiertamente. “¡Hablando de tu esposa, ha llegado!”.

La recepcionista detrás de Sabrina temblaba de miedo. “Lo siento, Director Ford. Bueno… bueno. Le dije a la Señorita Scott que tocara la puerta, pero al instante la empujó. Lo siento, Director Ford…”.

Alex sonrió tranquilamente y dijo: “Ya no tienes nada que hacer aquí. Puedes volver a tu puesto”.