Castigado por su amor romance Capítulo 2779

“¡Perra! ¡Estafadora! ¡Tendrás una muerte horrible! Papá, Mamá, no le crean a ella. ¡Es una mala persona que hace todo tipo de actos atroces!”, gritó Mila desde el elevador.

El elevador llegó rápidamente a la primera planta. Mila se agarró a la puerta del elevador con todas sus fuerzas, ya que no estaba dispuesta a salir de allí. Levantó la cabeza y miró a Minerva con el rostro cubierto de lágrimas. “¡Si continúas arrastrándome fuera de aquí, me suicidaré golpeándome la cabeza contra la pared aquí mismo!”.

Minerva cruzó los brazos sobre el pecho y miró a Mila con mucha firmeza. “¿Estás dispuesta a matarte aquí, así que ya no te vas a preocupar más por tus hijos?”.

La voz de Mila era extremadamente miserable. “Mis padres y mis hijos son igual de importantes. Echo mucho de menos a mis hijos, pero al menos mis hijos tienen un buen hogar. Ahora están en la Residencia Shaw. La familia Shaw no maltrataría a dos niños. No estoy preocupada por ellos. ¡Pero mis padres son diferentes! Ahora mismo están siendo engañados y utilizados. Si no me preocupo por ellos, ¡sus vidas podrían incluso estar en peligro!”.

“Primero deberías pensar en cómo vas a enfrentarte a la policía. Una mujer como tú, que ha mentido descaradamente y llegado hasta su casa para engañarlos, ¡debería ser encerrada durante un par de décadas y castigada severamente!”. Minerva miró a Mila con rabia. También había gente mirando a su alrededor.

“¿Qué está pasando?”.

“¿Quién... quién es ella?”.

“¿Por qué está llorando aquí? Parece estar relacionado con la familia Yates. La pareja de viejos de la familia Yates da mucha pena. Han perdido a su única hija a una edad tan avanzada. Eso ya es bastante lamentable. Además de todo eso, no deberían dejarse engañar por nadie”.

“Lo escuchaste, ¿verdad?”. Minerva miró a Mila, quien estaba sentada en el suelo, negándose a levantarse y agarrando la puerta del elevador. Mila levantó la cabeza y miró al grupo de curiosos que las rodeaban. Todos la señalaban con el dedo y la criticaban como si quisieran desesperadamente ahogarla con sus palabras. El corazón de Mila se hundió poco a poco. ¿Podría ser que realmente ya ni siquiera tuviera oportunidad de defenderse? Se decidió y corrió hacia la puerta del elevador mientras se agarraba la cabeza.

Solo entonces Mila recobró el sentido. Cuando vio a Minerva, inmediatamente retrocedió asustada. “¿Qué... qué quieres hacer?”.

Minerva sonrió. “No tengas miedo. No voy a hacer nada. Solo sigo las órdenes de mi Tía Sabrina, así que te estoy cuidando aquí”.

Mila se burló. “¡Todos ustedes son un montón de desalmados! ¡Ustedes harán que mis padres mueran! No... ya olvidé que todos ustedes nunca han creído que yo soy Yvonne”.

“Yo te creo. Tía Sabrina te cree. Aino también te cree. Creemos que eres Yvonne”, dijo Minerva muy seriamente.