Castigado por su amor romance Capítulo 355

Cuando Sabrina escuchó los comentarios de Sebastian, no supo qué decir.

Debe haber algo mal en el sentido de la moda de Sebastian.

Sin embargo, Sabrina decidió cambiarse por otro traje porque no quería destacar demasiado.

Aino gritó en protesta cuando vio el nuevo traje: “¡Esto no se ve bien!”.

“¡Objeción denegada!”. Sebastian miró a Aino. “Ya que tu Mamá y yo estamos de acuerdo, gana este traje por mayoría de votos. Tu objeción ha sido denegada”.

La niña comenzó a hacer pucheros y a poner los ojos en blanco ante Sebastian. “¡Te ganaré de nuevo cuando construyamos más robots esta noche! ¡Ja!”.

Al escuchar esto, Sabrina no pudo evitar reírse.

Sin embargo, inmediatamente dejó de reírse cuando se dio cuenta de que Sebastian la miraba fijamente.

Después de eso, los tres no se dijeron una sola palabra hasta que Kingston fue a recogerlos. Cuando la familia de tres subió al coche, Kingston pudo percibir el aura extraño y desconocido a su alrededor.

Se dio cuenta de que, aunque los tres no decían nada, ahora estaban mucho más cómodos el uno con el otro.

Por el momento, Kingston se sentía como una tercera rueda en su familia.

Encontró el valor para preguntar: “Entonces, ustedes…”.

“¡Ayer le gané a mi padre!”, dijo inmediatamente Aino, presumiendo ante Kingston.

“Oh… ¿De verdad, princesa?, dime, ¿cómo le ganaste a tu padre?”, preguntó Kingston, tratando de entretenerla.

“Construí un robot yo sola. Fui mucho más rápida e incluso terminé por hacer más robots que mi Papá Vagabundo Apestoso, ¡por eso gané!”. La pequeña sonaba muy emocionada.

De hecho, estaba tan emocionada e inquieta que no había dormido bien la noche anterior.

Aunque su padre vagabundo apestoso había intentado dormirla con sus historias, Aino se despertó casi inmediatamente después de que él se fuera. Había querido pasar más tiempo con su padre vagabundo apestoso en lugar de dormir.

Noticias sobre el millonario de Ciudad del Sur, el Director del Grupo Ford, un hombre de corazón frío llamado Sebastian Ford. Su nariz había sido pellizcada hasta que parecía la de un cerdo.

¡Oh, Dios!

¡Eso fue realmente asombroso!

“Sobre eso…”. Kingston trató de calmarse y preguntó: “Qué gran logro, mi princesa. ¿Qué hiciste el resto de la noche?”.

Pensó que podría obtener noticias aún más interesantes si intentaba preguntar.

Aunque Kingston no esperaba realmente que Aino dijera nada más, de repente, lanzó una bomba al exponer algo que Kingston no podía ni siquiera imaginar.

“Anoche vi a mi padre abrazando a mi madre”.

“Pfft…”. Kingston casi no pudo respirar cuando se enteró de lo dulces que habían sido Sebastian y Sabrina el uno con el otro.