Castigado por su amor romance Capítulo 452

Aino se quedó sin palabras.

Kingston, que se vio obligado a soportar la amargura de la soltería, se quedó detrás de ellos y también se quedó sin palabras.

“Oye, pequeña princesa, estuviste molestando a tu papá y defendiendo a tu mamá en el camino de regreso. Sin embargo, tu madre te rechazó", dijo Kingston de forma cruel a la sensible Aino.

La olvidada Aino inmediatamente levantó la barbilla. “¡Eh! No importa mientras mi mamá sea feliz".

Kingston se quedó sin palabras.

Finalmente comprendió que la madre de Aino, la Señorita Sabrina, no solo podía encantar a varias personas, sino a todos los géneros y edades. La pequeña fan a su lado podría ser considerada una guerrera de nivel bestia divina.

Kingston realmente quería lamentarse frente a su amo en ese momento. Suspiró mientras pensaba: ‘Amo Sebastian, sería genial criar una hija, hay cientos de cosas buenas en ello. Finalmente entendí ahora por qué viajó miles de kilómetros durante seis años, gastó cientos de millones de dólares y se esforzó tanto para traer de regreso a su hija y a la madre de su hija’.

"Resultó que estaba buscando torturarse a sí mismo".

Cuando Kingston levantó la cabeza, vio a su amo mirándolo con su par de ojos fríos y penetrantes que podían matarlo sin derramar sangre. Kingston dijo con miedo: "Bueno, Amo Sebastian, si no hay nada más, me retiraré ahora".

Se dio la vuelta y prácticamente corrió hacia el coche.

Cuando subió al coche, observó a través de la ventana como su amo sostenía a su esposa en una mano y a su hija en la otra, mientras entraban al ascensor.

La familia de tres seguía siendo la misma.

Kingston de repente se dio cuenta de que él era un hombre soltero al que estaban torturando.

El hombre soltero se marchó rápidamente.

Cuando Sebastian abrazó a su esposa y llevó a su hija al ascensor, le preguntó: "¿Por qué volviste tan temprano hoy?".

Sabrina pronunció: "Mmm".

El hombre la miró sin comprender. Era muy extraño que ella tuviera una actitud tan tímida y obediente. Era una persona de pocas palabras, pero nunca había sido dócil.

Sin embargo, hoy fue diferente.

¿Acaso ella quería que su esposo la respaldara porque estaba condenada al exilio en el trabajo? Sebastian miró a Sabrina mientras se hacía esa pregunta en su corazón.

Ella no parecía tener ese carácter.

Siempre había sido distante y tranquila. Ella no se dejaría llevar por la supuesta intimidación y el exilio por parte de las mujeres corrientes.

En pocas palabras, era una mujer que podía soportar ser condenada al exilio.

Vio cómo Sabrina le hablaba dócilmente: “Llévate a Aino y lávale las manos. Después de lavarse las manos, vengan a cenar. Hoy preparé un plato que sé cocinar muy bien: la pasta cremosa al limón de mi ciudad natal. Apenas te laves las manos ven a comer, o la pasta se enfriará". Por la forma en que le hablaba, parecían un matrimonio de ancianos.

El hombre se quedó aún más sorprendido.