Castigado por su amor romance Capítulo 49

Sabrina se sorprendió.

Se concentró en adaptarse a la oscuridad y se dio cuenta de que Sebastian estaba sentado solo en el sofá. Tenía un cigarro sin encender entre los labios y ambas manos en las rodillas. Tenía el ceño ligeramente fruncido y estaba examinando a Sabrina con sus profundos ojos negros.

“Tú…”. Sabrina iba a preguntarle a Sebastian. ¿Por qué seguía despierto? Además, ¿dónde estaba Selene?

Sin embargo, ella no preguntó.

Estaba sorprendida por la expresión de Sebastian.

‘’¡Ven aquí!’’. Las palabras de él fueron como una orden imperial, y a Sabrina no se le permitía resistirse.

Ella se sentía como la amante de Sebastian que había perdido su afecto, era miserable y había cometido un error.

Sebastian le pidió que se acercara, y ella no se atrevió a desafiarlo.

Se mordió los labios y se acercó a Sebastian. “¿Hay algo…?”.

Su tono era tranquilo y natural.

Sebastian, por otro lado, se burló en sus adentros.

Después de que Sabrina se fuera, él echó a Selene.

Aunque Sebastian tuvo una noche con Selene, no tenía el mínimo interés por su cuerpo.

Selene lo había cortejado muchas veces, pero eso solo lo hacía sentir cada vez más repulsión hacia ella.

Si no fuera por la noche en que Selene usó su cuerpo para salvarlo y ayudarlo a alcanzar la gloria de la que gozaba hoy, él ya le habría destrozado las costillas.

Sin embargo, Sebastian no podía hacerlo.

Él podía casarse con Selene, permitirle a ella disfrutar de una vida de riqueza, mimarla y darle una gloria sin fin.

Sin embargo, no sentía el más mínimo amor por Selene.

Cuando Selene actuó de manera coqueta delante de él, y expuso todas las cosas malas de Sabrina frente a él, Sebastian casi no pudo evitar patearla hasta matarla.

Sabrina estaba tan asustada que se olvidó de respirar. Inconscientemente lo empujó hacia un lado.

Sin embargo, ella era delgada, débil y también frágil, ya que se había recuperado de la fiebre, por lo que su empuje y su rechazo no tuvieron ningún efecto en él.

Con un simple movimiento, él la inmovilizó en una esquina del sofá.

Sabrina se estremeció de miedo, le castañeaban los dientes y estaba nerviosa. Ni siquiera podía hablar.

Él era muy resistente y el momento era muy vergonzoso.

Sin embargo, tenía una familiaridad desconocida.

Fue como aquella noche de hace dos meses cuando estaba atrapada en los brazos de aquel hombre que ahora estaba muerto. Aunque el hombre muerto era su desgracia, seguía siendo el único hombre con el que había estado.

Sabrina no siguió luchando.

Al menos su corazón podía sentirse mejor cuando imaginaba que era ese hombre.