Castigado por su amor romance Capítulo 490

El hombre con el que chocaron parecía haberlas estado esperando.. Era muy fuerte; Sabrina fue derribada unos pasos hacia atrás. Por suerte, Aino era pequeña y ágil, y pudo evitarlo a tiempo.

Mientras que Sabrina, que medía más de 170 centímetros, cayó hacia atrás por el impacto. "Señora, ¿está bien?". El hombre inmediatamente extendió su mano y agarró la cintura de Sabrina antes de que cayera al suelo, y con un elegante movimiento la sostuvo en sus brazos.

En la distancia cercana, se escuchó el sonido de una cámara. El camarógrafo murmuraba sin parar: "¡Este ángulo es perfecto!".

En ese momento, Sabrina finalmente vio el rostro del extraño que la sostenía en sus brazos. Parecía falso, con una gruesa capa de maquillaje en la cara. Sabrina se disgustó al verlo, se puso de pie y lo apartó de inmediato. "Lo siento, te lastimé con la puerta. ¡Lo siento mucho!".

El hombre frunció el ceño y sonrió. "Es un honor ser golpeado por una hermosa dama como tú".

Sabrina sonrió. "Me alegra que estés bien".

Pasó junto a él y caminó hacia Aino, tomándola de la mano.

Aino hizo un puchero y dijo: "Mami, odio al tío que te golpeó".

A Sabrina tampoco le agradaba y aceleró el paso. "Ven, vámonos a casa. Necesito escribir una carta al presidente de la junta escolar".

"¿Por qué vas a escribir la carta, mami?".

Sabrina le dijo a su hija sin rodeos: "Tengo que escribir la carta para que puedas seguir estudiando en ese jardín de niños".

La realidad era que quería escribirle una carta a Sebastian. Quería contarle todo para asegurarse de que Aino pudiera continuar estudiando en ese jardín de niños, porque le gustaba estar allí. Tenía que asegurarse de que todo estuviera en orden para Aino, porque no sabía qué destino le esperaba mañana.

“Oye, tú, chica peluda. La piel que llevas es de la Compañía de Pieles del Sur de Zurich, ¿verdad? Vale ciento setenta mil dólares. ¿Te preguntarás cómo puedo saber el precio? Porque tu abrigo de piel son las sobras que descarté de mi colección personal".

La madre de Susan estaba tan sorprendida que no podía hablar.

"¡Y tú, Rubí!". Emma se burló. "El rubí en tu dedo, ¿no tiene un pequeño defecto en el costado?".

La madre de Carol inmediatamente se quitó el anillo de rubí y echó un vistazo. Ella tenía razón.

Su boca se abrió por la conmoción y miró a Emma. "Tú... ¿cómo lo sabes?".

"¡Ja!". Emma se burló, ignorando su pregunta.