Castigado por su amor romance Capítulo 550

¿Engendro del diablo?

Sebastian inmediatamente tomó el teléfono de las manos de Sabrina y lo presionó contra su oído.

En el otro extremo, Lincoln continuó furiosamente: “¡Engendro del diablo! ¿Por qué no te has suicidado? ¡Deberías haber muerto hace mucho tiempo! ¡Han pasado años y todavía no entiendo cómo has sobrevivido hasta ahora! ¡Es cierto cuando dicen que Dios solo se lleva lo mejor con él, mientras que el mal se queda y envenena la tierra! ¡Sabrina Scott! Escúchame; ¡¿Pensaste que podrías arruinar con éxito mi relación con mi esposa con tu pequeño truco?!”.

“No dejes que te atrape. ¡Si lo hago, te despellejaré viva!”.

Lincoln estaba tan furioso que sintió que iba a sufrir un ataque al corazón.

¡Él y su esposa Jade se habían peleado toda la tarde!

¡Ni siquiera terminó su trabajo!

No solo se pelearon; la pelea incluso se volvió física nuevamente cuando llegaron a casa.

Lincoln inicialmente pensó que, dado que había golpeado a Jade afuera, Jade estaría callada y obediente.

Sin embargo, tan pronto como llegó a casa, Jade tomó una tubería de acero que se usaba para secar la ropa en casa, lo azotó y le dio a Lincoln una buena paliza.

Lincoln no tenía dónde esconderse y, al final, solo pudo cubrir su cabeza con los brazos y suplicar piedad.

Jade todavía se negaba a perdonarlo.

Ella maldijo a Lincoln mientras lo golpeaba: “Idiota, ¿quién te crees que eres? Cuando me casé contigo en ese entonces, este era tu segundo matrimonio ¡Segundo matrimonio! Fue por tu ex esposa que te volviste estéril y, sin embargo, ¡yo me casé contigo! ¿Cuándo te he perjudicado en realidad para me golpearas y patearas en la cara frente a esa pequeña p*rra?”.

“Esa mujer, ¿qué hizo por ti?”.

“¡Ella te contagió con una enfermedad incurable!”.

“¡Ella no era más que un desastre!”.

Lincoln esperó hasta que la ira de Jade se extinguió por completo. Dijo con cansancio y condescendencia: “¡Lincoln Lynn! Escúchame, tengo la última palabra en esta familia y soy tu líder de por vida”.

Lincoln asintió y se inclinó ante ella. “¡Sí, mi buena esposa!”.

“Ahora, ¿estás dispuesto a obedecerme?”.

Lincoln se movió de nuevo y se arrastró más cerca de sus pies. Dijo obedientemente, como un perro fiel: "Lo estoy, mi esposa".

“¡Ven aquí! ¡Masajea mis pies!”. Jade le ordenó como una reina todopoderosa.

“Sí, mi buena esposa”. Lincoln asintió respetuosamente.

Masajeó los pies de Jade hasta que se sintió tan cómoda que casi se quedó dormida.

Sin embargo, Jade no se olvidó de darle instrucciones a Lincoln antes de quedarse dormida. Ella le dijo: “Lávame los pies”.