Resumo de Capítulo 561 – Castigado por su amor por Internet
Em Capítulo 561, um capítulo marcante do aclamado romance de Romance Castigado por su amor, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de Castigado por su amor.
Mientras él seguía sorprendido, Sabrina se acurrucó de nuevo en la cama y volvió a dormirse.
Sebastián le preguntó: "¿Qué pasa? ¿No te sientes bien?".
De espaldas a él, ella levantó el brazo que estaba con moretones de chupones y le golpeó el pecho. Él agarró su brazo con su mano y la detuvo. La piel de ella era tan suave y tersa, que él sintió que la lastimaría si la presionaba más fuerte. La levantó de la cama, obligándola a mirarlo y le preguntó seriamente: "¿Estás enferma?".
Sabrina negó con la cabeza, sonrojándose profundamente. Bajó la mirada y apoyó la cabeza en su pecho. Él se rio ligeramente. "Ya eres madre, ¡por qué sigues siendo tan tímida!".
"¡No lo soy!", murmuró ella.
"¿Entonces por qué sigues durmiendo? ¡Normalmente no duermes tanto!". A Sebastian le preocupaba que ella le ocultara algo.
Sabrina le respondió con sinceridad: "Ya no estoy trabajando. ¿Por qué debería levantarme tan temprano?".
"¿Qué quieres decir con que ya no trabajas?", le preguntó él.
Sabrina respondió: "Me despidieron. Incluso si no hubiese sido así, solo con los rumores que hay de mi en internet, me ahogaría en saliva apenas saliera por la puerta".
Sabrina quería desesperadamente un trabajo. Ella quería trabajar y ganar un sueldo con su propio esfuerzo. Solo entonces se sentiría estable. Pero en Ciudad del Sur seguía encontrando dificultades en el trabajo.
"Puedes ir a trabajar", respondió él.
Sabrina lo miró extrañada.
"¿No dijiste que tu marido es Sebastian Ford y que sería un desperdicio no usar mi poder?", dijo él con brusquedad.
Sabrina se sintió avergonzada. En ese momento, era imposible no sentirse conmovida por lo que él hacía por ella.
"Gracias...", comenzó.
"¿Por qué me das las gracias?", le preguntó él curiosamente. En ese momento, ella seguía sentada en su regazo, tan cerca que parecía que podían ver a través del otro, pero él podía leerla mejor que ella a él.
Él era más cerrado que ella. Además, ella no se atrevía a mirarlo a los ojos. La miró fijamente, esperando que se disculpara. Poco después, Sabrina levantó los brazos y los entrelazo alrededor de él, el rostro sonrojado de ella se acercó lentamente a sus labios, y plantó un beso en su boca.
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