Castigado por su amor romance Capítulo 686

Esta noche sería la noche en que la castigaría. Pero en lugar de un castigo, fue más bien un regalo. Al final, ni él mismo sabía si la estaba castigando o al revés. ¿Tal vez podría ser una recompensa para ambos, en cierto modo?

"¿Debo llevarte al baño para que tomes una ducha?", le preguntó él suavemente.

"¡No! Acabo de bañarme".

Después de unos segundos, Sebastian dijo: "Vamos, sé una buena chica. Yo aún no me he bañado".

"¡No!".

Sebastian suspiró. "¿Has olvidado lo que les prometiste a Yvonne y Ruth esta mañana? Que llevarías a Aino de compras con ellas. No podrás ir mañana si sigues insistiendo en no hacerme caso. Así que, pórtate bien".

Sabrina se quedó sin palabras. ¿Cómo podía decir eso? Estaba tan enfadada que quería morderlo con fuerza en el hombro, sin embargo, se resistía a hacerlo. Al final, cedió y dejó que la llevara a la ducha.

"¡Quién dijo que no puedo con alguien como tú!", se burló Sebastian. Sabrina no estaba segura de cómo responder.

"¡Date la vuelta!", le ordenó él.

"¡Bah!, estoy demasiado cansada".

"Puedo darte un masaje para que te relajes, si quieres", sugirió Sebastian. Ella se dio la vuelta y sonrió felizmente.

"Sebastian...", murmuró. Rara vez lo llamaba por su nombre, tampoco solía hablarle mucho en el pasado. La forma en que lo llamaba ahora lo hacía sentir especial.

"Pero... en realidad era tu bebé. Solo me enteré de esto el día de tu boda. No quería arruinar tu boda, pero realmente quería casarme contigo. Quería que nuestra hija tuviera una familia completa. ¡Te amo! No me atreví a decírtelo porque temía que mi vida fuera aún más miserable si lo hacía".

De repente, ella se llenó de emociones y se sintió ahogada. Él le sujetó la cabeza y apoyó la barbilla sobre ella. "A partir de ahora ustedes son mi vida, tanto tú como Aino".

Sabrina estaba hablando casi dormida. "¿Me quieres, Sebastian?", murmuró ella.

"¡Te odio!". Sebastian se burló de nuevo. Aunque no era una declaración de amor, una sonrisa se dibujó en su rostro al escucharlo. Se recostó en su abrazo y se quedó dormida.

Sebastian rara vez la había visto dormir tan profundamente. Estudió su rostro dormido durante un largo rato y casi perdió la noción del tiempo. Se inclinó y le plantó un profundo beso en la frente.

Ella murmuró: "Deja de perder el tiempo, cariño. Ayúdame a lavar mis pies".