Castigado por su amor romance Capítulo 695

"¡Sí, Amo Sebastian! Esperaremos a que la Señora regrese para decidir el próximo movimiento".

Sebastian asintió, mostrando su aprobación.

Esa misma tarde, Kingston envió a diez de sus subordinados a la villa de la familia Lynn para vigilarlos en secreto.

Una vez hecho esto, tanto él como Sebastian fueron a atender algunos asuntos urgentes en la empresa. El viaje a la ciudad natal de Sabrina duraría varios días, por lo que tenían que dejar todo preparado.

Como de costumbre, Sebastian pasó todo el día ocupado en su trabajo, y regresó a casa tarde por la noche.

Cuando entró en su casa, se encontró con innumerables bolsas de compras que ocupaban toda la sala.

Pensó que Sabrina y Aino habían comprado muchas cosas en los últimos días.

Al mismo tiempo, escuchó dos voces riéndose en otra habitación, una dulce e infantil mientras que la otra sonaba más profunda y madura.

"Mami, mira, ¿qué tal modelo? Mami, dime que soy bonita. Soy incluso más bonita que Sabrina Scott". La adorable voz de Aino resonó con fuerza en la habitación, atravesando el pasillo.

Al escuchar esto, Sabrina no podía dejar de reírse mientras se agarraba el estómago. "¡Pequeña engreída! Tus pies son tan pequeños, y estás usando mis tacones. ¿Estás segura de que esto es una pasarela profesional? ¡Estás cojeando y tambaleándote de un lado a otro!".

"Pfft…". Aino suspiro decepcionada.

Sabrina trató de consolarla rápidamente: "Estoy bromeando, bebé. Te ves muy linda con esa ropa".

"Sabrina, también te ves bien con tu atuendo". Aino llamó a su madre por su nombre de pila.

Mientras tanto, Sebastian estaba de pie fuera de la habitación, observando a la madre y la hija sentadas y hablando entre ellas en el suelo. Ambas tenían el cabello recogido con cintas rosadas iguales y vestían vestidos de lunares a juego. A primera vista, parecían miembros de un grupo de chicas.

Jóvenes y dulces.

¿Fue suficiente un millón?

Sabrina se levantó y fue al armario cerca de la puerta. Buscó la tarjeta de débito en su bolso y se la devolvió. "Este es el resto".

"¿Quedó dinero?". Él estaba un poco perplejo.

Sabrina dijo con una expresión divertida: "¡Vamos! Un millón, ¿de verdad crees que puedo gastar tanto dinero? ¿Cómo podría gastar un millón en un día?".

"¿Cuánto gastaste entonces?", preguntó el hombre con curiosidad.

“Cien mil… No, menos de cien mil”.

La expresión de Sebastian se tornó complicada. "¡¿Qué dijiste?!".