Castigado por su amor romance Capítulo 718

"¡Ey!". El Viejo Nueve se burló. "Señorita, ¿conoces a alguien de aquí? Coral me dijo que eres de afuera y que no conoces este lugar, así que ¿por qué te quejas tanto?".

Con eso, dio un paso adelante y tiró del cabello de Sabrina.

Sin embargo, Sabrina reaccionó al instante. Se abalanzó sobre el hombre, agarrándose a su pierna y mordió profundamente los músculos de su pantorrilla.

"¡Ay... p*rra estúpida! ¿Estás loca? ¡Oye, p*rra loca! ¡Suéltame! ¡Coral! ¡Coral! ¡De dónde sacaste esta p*rra loca! Dile que me suelte ahora mismo..."

Antes de que pudiera terminar de hablar, una fuerte patada impactó contra él.

La persona que lo pateó parecía estar usando toda su fuerza, por lo que el Viejo Nueve se estrelló contra la pared a unos cuatro o cinco metros de distancia sin mucha dificultad.

Sin darle la oportunidad de levantarse, la persona mantuvo un pie sobre su cuerpo, obligándolo a mantenerse en el suelo.

Al ver a su atacante, el Viejo Nueve levantó inmediatamente la cabeza y gritó confundido: "¿Asistente... Asistente Yates?".

Incluso después de escuchar esto, Kingston no dijo nada, solo mantuvo una vil expresión en su rostro.

Mientras tanto, Coral, que observaba todo desde el otro extremo de la habitación, permaneció congelada en su sitio.

Solo pudo observar sorprendida cómo el hombre que había llevado a la sala ahora estaba ayudando a Sabrina a levantarse del suelo y la abrazaba con fuerza.

"Lo siento. Siento llegar tarde, lo siento", se reprochó a sí mismo repetidamente.

Sin embargo, lo había dicho con una voz tan suave que Sabrina era la única que podía escucharlo.

En realidad, le estaba susurrando esas palabras a ella y solo a ella.

Ayer, después de su llamada con Sabrina, dio vueltas en la cama sin poder dormir. Por alguna razón, tenía el presentimiento de que algo malo le ocurriría a Sabrina en su viaje a su ciudad natal.

Por eso, durante toda la noche, apenas pudo cerrar los ojos.

Como no había vuelos que salieran a mitad de la noche, Sebastian tomó a Aino y se fue en un coche hasta el aeropuerto a las cuatro de la mañana. Poco después, tomaron el vuelo que salía más temprano, uno que salía a las cinco y cuarenta de la mañana.