Castigado por su amor romance Capítulo 760

La mujer lo miró divertida y preguntó con sorna: "¿Quién podría ser?".

A ella no le importaba.

Ella era una dama de compañía de clase alta que trabajaba en esta casa club, y costaba mucho dinero.

Siempre había querido entrar en esta sala privada de cientos de metros cuadrados que había sido rentada durante un año porque siempre atendía a cuatro clientes importantes, los cuales nunca contrataban acompañantes.

Esta era la primera vez que la invitaban a esta sala privada.

Y, por si fuera poco, se le ordenó acompañar al Amo Sebastian.

¿Quién era el Amo Sebastian? ¡Era el Rey de Ciudad del Sur!

A una mujer como ella no le importaba si estaba casado o si tenía hijos.

¿Qué tenía eso que ver con ella?

Ella solo quería hacer negocios y ganar dinero. Sabía lo que valía; era la única digna de ser un juguete para los hombres en esta sala privada. ¡Este era su territorio y no el de su querida esposa!

¡Cuando llegara la esposa del Amo Sebastián, la derribaría con su figura esbelta y sus hermosos rasgos!

La mujer pasó sus dedos por su largo y ondulado cabello y avanzó lentamente hacia Sebastian. "Amo Sebastian, sé que pensarías en mí incluso si tu esposa estuviera aquí...".

"Cuidado con lo que dices. ¡Debería morderte en el trasero!". Antes de que la mujer terminara de hablar, la voz aguda de una niña se escuchó detrás de ellos.

Una pequeña figura corrió hacia la mujer.

Aino se abalanzó sobre ella y la derribó en el suelo como un pequeño cachorro de lobo enloquecido.

La mujer cayó contra el suelo.

Antes de que pudiera reaccionar, Aino ya estaba sentada sobre su espalda. Abrió la boca y mordió las nalgas de la mujer.

"¡Aino!". Sabrina no pudo controlarlo. Su ira se transformó en carcajadas de inmediato.

Aino se giró y miró a Sabrina con rabia: "¡Mami! ¿No estás enojada con ella? ¡Esta mujer quería robarte a tu esposo! Si no te molesta, pues… a mi sí. ¡Estaba tratando de robarme a mi Papi!”.

Sabrina no podía hablar.

Esta niña estaba creciendo muy rápido.

"¡Vete, ahora!". Aino levantó la pierna y pateó a la mujer una última vez.

La mujer salió corriendo de la sala. Cuando pasó junto a Sabrina, la fulmino con la mirada.

Sabrina la llamó: "¡Espera!".

La mujer se quedó helada. Se estremeció y dijo tartamudeando: "Yo... los hombres en esta sala... me ordenaron que viniera y acompañara al Amo Sebastian. Solo soy una dama de compañía... Mi trabajo es acompañar a hombres como ellos cuando sus esposas, como usted, no están…".

Por lo que se podía ver, la mujer parecía asustada.

Sin embargo, al escuchar detenidamente sus palabras, podías darte cuenta que su tono era un poco desafiante.

Deseaba que Sabrina se enfadara y se avergonzara a sí misma, fastidiando a los otros hombres presentes.

Para su sorpresa, la expresión de Sabrina se mantuvo fría y tranquila. "Lo sé".

La mujer no dijo nada.

"En ese caso, gracias por tu arduo trabajo", continuó Sabrina.