Castigado por su amor romance Capítulo 869

Una vez detuvo el coche, el conductor abrió la puerta y se bajó del vehículo, manteniéndose tranquilo. No se veía ni una sola persona en la enorme mansión. Alex salió del coche, antes de quitarse su chaqueta e inclinarse hacia el coche para cargar con una mujer desnuda que se acurrucó en sus brazos. La cubrió con la chaqueta y entró en la mansión.

La mujer contuvo la respiración y enterró la cabeza en su traje, como si nadie pudiera verla si hacía esto. De hecho, no había ni un alma más en la mansión, incluso las dos empleadas abandonaron la sala cuando ellos entraron.

La llevó arriba, mientras se burlaba de ella con voz ronca. "¡Mira lo tímida que eres para estar así de asustada! ¿Por qué tratas de ser tan atrevida si solo acabas sintiéndote avergonzada?".

Ella no respondió directamente a la pregunta ni lo miró tampoco, simplemente le dio un suave puñetazo en el pecho y murmuró: "¡Patán!".

Justo cuando hablaba, Alex la arrojó a una gigantesca cama. Ahora que estaban dentro, ella ya no tenía ningún control sobre lo que iba a ocurrir. Al instante, la habitación se llenó de una ardiente pasión mientras que todo lo que había fuera de la puerta estaba en silencio.

Dos horas después, el hombre se apoyaba en el cabecero de la cama con un cigarrillo entre sus dedos. Jane primero fue a asearse, antes de volver a entrar con un tazón y toallas calientes. Se arrodilló junto a la cama y empezó a limpiar el cuerpo del hombre.

"Esposito, ¿puedes poner la cabeza en mi regazo, así es más cómodo para ti?".

Alex levantó una ceja. "Mm, qué dulce".

Cuando terminó, se puso de rodillas frente a Alex, colocando sus piernas juntas y comenzó a masajearle suavemente los músculos de las piernas. Ella era muy hábil en el masaje y él podía sentir el agotamiento del día derritiéndose bajo sus dedos. Alex cerró los ojos.

"¿Alex?", llamó Jane.

"¿Mm?", murmuró él con serenidad.

"¿Te sientes un poco más relajado ahora?", susurró ella.

"¡Ja! ¿Me estoy causando problemas a mi misma? ¿Por qué no? ¡Quiero saber cómo me vas a castigar!", bromeó ella.

Él bajó su voz y se escuchó casi como un gruñido: "¿Cómo te atreves a ponerte mi camisa sin mi permiso?".

Ella miró la camisa que tenía puesta y preguntó: "¿Qué tal? ¿Me queda mejor a mí que a ti?".

Alex no respondió y comenzó de nuevo.

En el momento en que sus labios fueron sellados por un beso, ella murmuró: "Mm... Eres una bestia...".