Castigado por su amor romance Capítulo 905

"¡Te reventaré la cabeza como palomitas de maíz! ¡Mujer malvada, te golpearé, te golpearé, te golpearé! ¡Ah!", gritó la niña mientras la golpeaba.

Selene era una persona adulta, pero fue muy descuidada justo ahora.

En ese momento, ella yacía boca abajo en el suelo. Ya le era difícil darse la vuelta, y con Aino sobre su cabeza, lo era aún más para ella levantarse. Los ojos de acero con los que Aino la golpeó eran firmes y sólidos, chocando repetidamente contra su cráneo. Un fuerte dolor brotó de su cabeza.

Todo lo que Selene podía sentir era dolor y se olvidó de defenderse.

Cada vez que Aino golpeaba su cabeza con las bolas de acero, ella levantaba los brazos para intentar cubrirse. Ni siquiera podía pensar en cómo escapar.

¡Ja, ja!

Aino se emocionó al no ver reacción de su parte y aumentó su ritmo.

En un momento, aparecieron numerosos golpes en la cabeza de Selene.

Selene sintió tanto dolor que empezó a suplicar: "Deja de golpearme...".

Tuvo que levantar la cabeza para rogar y suplicar.

¡La pequeña guerrera aprovechó la oportunidad y encontró un mejor lugar en la frente ancha y vacía de Selene!

Al ver a Selene levantar la cabeza, la niña golpeó repetidamente con las bolas de acero su frente, al menos unas cinco o seis veces.

"Ouch…". Selene estaba a punto de desmayarse por el dolor.

En el acto, su frente se llenó de grandes bultos rojos.

Sabrina: "…".

La escena frente a sus ojos la dejó sin palabras.

Su pecho se hundió lentamente en las profundidades de su estómago.

Solo miraban cómo la niña de seis años golpeaba sin piedad a Selene mientras yacía en el suelo.

La niña se llenaba cada vez más de coraje. Selene solo movía los brazos de la cabeza a la frente y de nuevo a la parte superior de su cabeza, para protegerse de los ataques de la pequeña.

Pero no importaba hacia dónde llevará sus brazos, siempre llegaba un segundo demasiado tarde.

Esto la hizo parecer derrotada.

Al final, Selene solo pudo quejarse del dolor. Perdió todas sus fuerzas y ​​ni siquiera pudo defenderse.

"¡Aino, corre, rápido!". En ese momento, Sabrina llegó al lado de su hija, la tomó en sus brazos y salió corriendo.

Sin embargo, pocos pasos después se encontraron con alguien.

"¡¿Qué están haciendo?! ¡¿Qué pasó?!". La voz aguda de una mujer resonó.