Aino continuó diciendo: "Malvado. Me gusta así. Malvado, ¿puedo llamar a mi oso de peluche Malvado también? ¿Está bien si comparten el mismo nombre, Malvado?".
Holden se quedó sin palabras. "...".
Se sintió como si hubiera caído en una trampa. Había sido engañado y manipulado.
"Eh...". Holden le habló a Aino tartamudeando. "Princesa... pequeña...".
"¡Llámame Lindura!", dijo Aino con un tono alto y presumido. "¡Ya hay una pequeña princesa en tu casa, esa chica, Minerva! Es muy fea. Cuando dices las palabras 'pequeña princesa' me recuerda a una chica fea como ella, así que no quiero que me llamen así. Simplemente llámame Lindura".
"Mm... Lindura, tú... yo... comparto el mismo nombre que tu oso de peluche, pero mira... Tu oso de peluche es muy feo. No tiene ojos, así que cómo puede alguien tan guapo como yo compartir el mismo nombre que un oso de peluche sin ojos. Eso es...".
"¡Bua!". Aino comenzó a llorar otra vez. "Este es mi oso de peluche favorito. Lo llevo conmigo a todas partes. ¡No puedes decir que es feo! ¡No puedes!".
Con esto, Aino saltó de su silla. Corrió hacia Holden, le agarró la nariz y la pellizcó en todas direcciones.
"¡Aino!", la regaño Sabrina.
El mesero que estaba a un lado también se sorprendió.
Desde lejos, dos meseros miraban como si nada en su dirección. Estaban totalmente preparados. En el momento en que Holden se atreviera a herir a la Pequeña Princesa, estarían listos para matarlo.
Sin embargo, y para sorpresa de todos, Holden se puso en cuclillas y le dijo a la pequeña con un tono gentil: "Está bien. Está bien, deja de llorar, ¿sí? Mírate, me pisaste los zapatos de nuevo, me pellizcaste la nariz, y además me llamaste Malvado. Yo no lloré, así que tú también deberías dejar de llorar".
"¡Me gusta mucho el nombre de Malvado, y también me gusta mucho mi osito de peluche!".
Aino dejó de llorar, limitándose a fruncir los labios y a mirar a Holden con desagrado.
"¿Quieres decir que yo también te agrado?", preguntó Holden, tratando de ganarse el favor de la niña.
Aino se quedó sin palabras. "...".
Parpadeó inocentemente, como si la hubieran engañado.
"Te quedas callada, así que si no dices nada, significa que reconoces que te agrado". Él mismo pensó en un escape de la incómoda situación.
"¡Todavía quiero llamarte Malvado!".
"¡No hay problema!".
"Je, je...". En un instante, la sonrisa de Aino brilló en su rostro como un girasol.
Holden se quedó sin palabras. "...".
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