Aino miró a Nigel. Una sonrisa descarada se formó en sus labios.
Nigel se rio de inmediato. Hacía años que no se sentía tan a gusto como ahora. Tan relajado y tan... cálido. Finalmente dejaba de preocuparse.
Comió la golosina que tenía en la boca y dijo: “Verte sana y feliz, sin lesiones de ningún tipo, es mi mayor deseo. Aino, eres tan linda. Si tan solo tuviera algunas sobrinitas más como tú, ¿qué tan hermoso sería?”.
Aino se puso de puntillas y movió la nariz juguetonamente. Ella se rio alegremente y dijo: “Yo también quiero algunos tíos más, tíos biológicos. De esa manera, tendré más gente protegiéndome”.
Los niños eran ingenuos e inocentes. De hecho, le pareció muy simpático su tío Nigel. Una niña de seis años como ella comprendió que tal vez no hubiera podido volver a ver a sus padres si no fuera por su Tío Nigel. Aunque ella no le agradeció con euforia, sus acciones fueron suficientes para demostrar su gratitud. Además, sabía que sería bueno tener más tíos biológicos como Nigel.
Estas fueron solo palabras sin sentido de la niña, pero los tres adultos se pusieron un poco rígidos ante ellas.
La niña tenía muchos tíos, tanto del lado de la familia de su madre como de su padre.
Sin embargo…
Sebastian abrió la boca para cambiar el tema de la conversación. Miró a Nigel con expresión seria. "¿Cómo te sientes ahora?".
Nigel tocó suavemente su herida. “Todavía duele, pero siento que se está curando. El doctor dijo que no debería haber ningún problema. Tal vez pueda ser dado de alta dentro de unos días”.
Sin embargo, Sebastian dijo: “Si crees que puedes soportarlo, deberías irte de Isla Estrella conmigo lo antes posible. Te llevaré de regreso a Ciudad del Sur, donde las instalaciones médicas son mucho más avanzadas”.
Nigel preguntó con tono serio: “Sebastian, ¿cómo está la situación con Isla Estrella? ¿Ya terminaste?".
“En un principio, no pensé en derrotarlos tan rápido, pero ahora quiero terminar lo antes posible y llevarte de regreso a Ciudad del Sur”, respondió Sebastian.
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