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Capítulo 987
Aino suspiró. "Entonces, te lo enseñaré ahora".
"¡No! Simplemente dáselo a tu Tía Yvonne, la Tía Ruth no lo mirará por ahora". Ruth sonrió con diversión. Ella se había asustado hasta los huesos y por eso quería que Yvonne experimentará lo mismo.
‘¡Je, je! Lo siento, Yvonne, ¡pero es tu culpa por no venir a ver a Sabrina!’, pensó.
Aino dejó de apresurarse hacia sus regalos ante las palabras de Ruth. Para empezar, no quería mostrarle a Ruth el regalo de Yvonne, pues quería mantener el misterio para el efecto sorpresa.
Después de repartir todos los regalos, llegó la hora de que Sabrina, Aino y Sebastian fueran a casa. Kingston los llevaría a casa y, cuando los tres se sentaron dentro del coche, se sintieron abrumados por la sensación de volver a casa después de todo lo sucedido. Las calles familiares, las carreteras conocidas, incluso las luces de la calle se sentían como en casa. Sabrina miraba por la ventana.
El coche se dirigió hacia su zona residencial y, antes de llegar a las puertas, Sabrina vio accidentalmente aquellos ojos perdidos de hace tiempo, solo que esta vez los vio con claridad. Era, en efecto, una mujer que llevaba la ropa más gastada posible. Tenía el cabello enredado en un enorme ovillo y su ropa estaba sucia. La mujer se quedó inmovil cuando Sabrina la vio, y vio el cambio en los ojos de aquella mujer: preocupación y sorpresa, seguidas de un repentino alivio, como si se sintiera reconfortada por lo que había visto.
"¡Detenga el coche! Asistente Yates, ¡detenga el coche!", gritó Sabrina frenéticamente mientras sujetaba la manija de la puerta.
Kingston pisó el freno inmediatamente y Sabrina abrió la puerta de golpe. Comenzó a correr hacia el otro lado de la carretera frenéticamente. Sin embargo, cuando llegó al otro lado, no había nadie. Había un pequeño callejón que llevaba a un mercado. Sabrina se quedó de pie en el callejón y miró a su alrededor, pero la figura mal vestida no aparecía por ningún lado.
En ese momento, una anciana con una cesta en el brazo le dio una palmadita en el hombro. "Jovencita, ¿qué está buscando?".
Sabrina rompió a llorar. "Señora, ¿ha visto a una mujer con ropa muy gastada pasar por aquí hace un minuto? ¿La ha visto?".
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