Celina: entre la medicina y el adiós definitivo romance Capítulo 4

El cuerpo de Celina se tensó de golpe, miró a Emilio incrédula.

—¿Dices que yo la estoy atacando?-

¿Así que él venía a buscarla por lo de Abril?

—Ella es tu jefa. Por muy mal que te caiga, no debiste ponerla en evidencia delante de todos —Emilio le soltó la frase con la voz más neutral y cortante, como si fueran completos extraños, sin la más mínima pizca de cariño de pareja.

Celina aguantó el nudo que se le formó en el pecho y, de repente, soltó una risa amarga.

—¿Se te olvida que yo soy la cirujana principal? ¿No tengo derecho a tomar decisiones en el quirófano?

—Y parece que tú olvidas algo —Emilio curvó los labios en una sonrisa burlona—. Yo también tengo derecho a cambiar a la cirujana principal si así lo decido.

El corazón de Celina se sintió como si le cayera encima un bloque de cemento. Todo le temblaba por dentro.

Qué desperdicio.

Ya había pedido su cambio de área.

Si él quería reemplazarla, ya no tenía nada que ver con ella.

—No vuelvas a...

—Si el señor Arce quiere cambiar de cirujana, adelante —lo interrumpió, su voz completamente seca y ajena.

La sonrisa de Emilio se congeló, se tornó densa. La miró fijo, con una intensidad que hacía el aire pesado.

Antes, Celina solo lo llamaba “señor Arce” frente a otras personas, nunca a solas. Ni siquiera cuando estaban peleados. Jamás lo había tratado así de distante.

—¿Cómo me llamaste?

—Señor Arce —contestó Celina, tan tranquila que dolía. Luego reviró—: ¿No es lo que tú querías?

Él frunció el ceño, a punto de decir algo más, pero una enfermera salió corriendo del pasillo.

—¡Celina! ¡Los familiares del paciente están armando un lío con Abril!

Ni tiempo de procesar la noticia tuvo Celina, porque Emilio ya había salido disparado, dándole la espalda como si ella no existiera.

Verlo tan nervioso por Abril le arrancó una sonrisa triste...

¿Alguna vez se había preocupado así por ella?

...

Afuera del cuarto, los familiares del paciente discutían con Abril. Nadie sabía bien cómo había empezado.

Celina llegó justo a tiempo para escuchar el grito de Abril.

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