Mientras el Mercedes Benz circulaba lentamente por la calle, Bai Vi, que iba de copiloto, tenía una expresión conflictuada y aturdida en su rostro. Todavía se sentía como en un sueño.
Rosa Sangrienta. El amo Hu. Los dos rufianes infames. Todos estos no eran personajes con los que se pudiera comparar una simple gerente general de Bai Group. Y, aun así, todas esas grandes figuras habían sido por demás respetuosas con su marido. Bai Vi encontraba todo esto muy difícil de creer.
Giró para mirar el perfil de Lin Fan mientras conducía el coche. Cuanto más lo miraba, más sentía como si a su marido lo cubriera un velo misterioso. No podía ver qué había detrás.
-¿Qué sucede, cariño? -No pudo evitar preguntar Lin Fan al sentir la mirada de Bai Vi posada sobre él.
-Lin Fan, dime la verdad. ¿Es cierto que salvaste a Rosa Sangrienta? -preguntó Bai Vi con una mirada seria en su rostro. Ellos no pertenecían al mismo mundo de alguien como Rosa Sangrienta. A Bai Vi le resultaba difícil creer que Lin Fan fuera en verdad quien le salvó la vida.
Al oír esas palabras, Lin Fan no pudo evitar sonreír mientras respondía:
-Eso sucedió hace más de diez años. Yo estaba haciendo mis cosas, salvarla no fue intencional.
Bai Vi suspiró con un leve alivio al escuchar esas palabras. Por alguna razón, no estaba dispuesta a que su marido se involucrara con una mujer misteriosa.
-¡Mejor! Ya que Rosa Sangrienta te ayudó esta vez, se puede decir que te devolvió el favor de salvarle la vida. ¡De ahora en adelante, no se deben nada más! Y Xu Ziheng y Zhang lian, ¿qué pasa con ellos? ¿Por qué parecen tenerte miedo? —dijo Bai Yi arrugando apenas las cejas con confusión.
Le resultaba difícil de comprender. Después de todo, Lin Fan fue el que convirtió su Lamborghini en un montón de chatarra. Con la personalidad de esos dos, deberían agradecer que no se volvieron locos y trataran de vengarse. ¿Cómo es que, en cambio, pidieron el perdón de Lin Fan? Mientras reflexionaba sobre eso, Bai Vi expresó sus dudas una vez más.
-Lin Fan, ¿puede ser que ya conocieras a Xu Tianlong, el presidente de Tianlong Group?
-No -respondió Lin Fan con una sonrisa-, ¿Cómo conocería a gente de ese nivel?
Bai Vi asintió ante sus palabras. Sabía que en la ciudad de Jiang, Xu Tianlong estaba en el nivel de esos que podían aplastar a alguien con tan solo un dedo. Era, en efecto, alguien a quien Lin Fan no podría llegar a conocer.
Pero lo que Bai Vi no sabía era que Lin Fan en realidad quería decir que alguien tan insignificante como Xu Tianlong no era digno de conocerlo a él. A los ojos de Lin Fan, Xu Tianlong no era más que una hormiga con una cabeza un poco más grande de lo normal, solo eso.
En poco tiempo, el Mercedes Benz llegó a una hermosa mansión: la casa de Lin Fan y Bai Vi. En el momento en que atravesaron la puerta, Lin Fan vio a su suegra, Shen Yumei, y su suegro, Bai Shan, discutiendo con mala cara sobre algo. Al verlos regresar, Bai Shan no pudo evitar darles la bienvenida con una sonrisa.
-Fan, ¡regresaron! ¿Han comido? -En la familia Bai, el que trataba mejor a Lin Fan era su suegro, Bai Shan.
Con eso solo, antes de que pudiera responder, su suegra, Shen Yumei, le gritó con una fría exclamación:
—¡Eh! A este bueno para nada seguro que lo excluyeron cuando fue a la reunión de antiguos alumnos con Bai Yi. ¿Qué va a haber comido? -Señaló el comedor y soltó arrogante-: Lin Fan, guardamos las sobras para ti. ¡Ve y engúllete! ¡Y lava los platos cuando termines!
¡Sobras! Al oír eso, el rostro de Bai Yi se enrojeció de ira. Estaba a punto de comenzar una pelea con su madre, pero Lin Fan solo se encogió de hombros y respondió:
—¡De acuerdo!
Y se dirigió al baño a lavarse las manos, pero cuando en su camino pasó por el comedor, no pudo evitar echar un vistazo. Lo que vio en la mesa del comedor no eran sobras. De hecho, había cocinado dos platos que lucían deliciosos; uno con carne y el otro con verduras. Incluso salía vapor de los platos.
Lin Fan supo, sin siquiera preguntar, que su suegra se preocupaba de que lo acosaran en la reunión al punto de que no pudiera probar bocado. Por eso hizo esta comida solo para él. Al ver esa imagen, una sensación de calidez inundó su pecho. Sabía que Shen Yumei era una mujer dura y sarcástica, pero en realidad era mucho ruido y pocas nueces. No importaba cuán hirientes fueran sus palabras, tenía un corazón bueno y en verdad veía a Lin Fan como familia.
-¡No se preocupen! ¡Haré que se sientan orgullosos! -murmuró Lin Fan con una sonrisa y fue a lavarse las manos.
Por aquel entonces, incontables expertos en medicina se reunieron en África durante varios meses en una campaña para desarrollar una cura. Pero no fueron capaces de elaborarla.
Al final, con la ayuda del «Ilibro de medicina de los huesos de los muertos» que el viejo le enseñó, Lin Fan pudo desarrollar la «píldora de resurrección», hecha de más de setenta y dos tipos de medicinas chinas. Con ella, consiguió eliminar el virus AS y salvó a innumerables personas de ir a Prisión Sangrienta.
Lin Fan no esperaba que empezara a expandirse en la ciudad de Jiang luego de tantos años. En el instante que pensaba esto, agarró un lápiz delineador y comenzó a escribir sin dudar en un trozo de papel higiénico. Después de cinco minutos, salió del baño con las manos ya limpias.
-¡Fan, ven a tomar un trago conmigo! -Lo llamó Bai Shan, desde el comedor. Parecía estar de mal humor.
Al oírlo, Lin Fan asintió y se sentó frente a Bai Shan. Entonces, viejo y joven, pasaron un buen rato bebiendo juntos.
Bai Shan tenía una personalidad débil y tímida. En la familia Bai, Bai Shan vivía constantemente a la sombra de su padre y de sus dos hermanos mayores. Era objeto de exclusión y atosigamiento casi todos los días.
Lin Fan escuchaba en silencio las penas de su suegro mientras éste último bebía de un trago copa tras copa. Mientras Bai Shan mientras tragaba copa tras copa con vehemencia, Lin Fan le metió el pedazo de papel higiénico que tenía en la mano en el bolsillo y dijo:
-Papá, recuerda revisar tu bolsillo en la reunión de mañana.
«¡¿Qué?!», pensó Bai Shan algo aturdido. Lo único que vio fue que Lin Fan le dio una pila de papel higiénico, pero no reparó en lo que significaba.
-No tienes que preocuparte por ello, Fan. Aunque no sea muy competente, todavía los puedo ayudar a ti y a Bai Vi. Aun si nos echan de la familia Bai, podemos volver corriendo a la tienda de baozi y continuar con nuestras vidas —dijo Bai Shan mientras sonreía detrás de las lágrimas.
Pero por alguna razón, las palabras de Lin Fan parecían tener una magia extraña y le quedaron grabadas, resonando constantemente.

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