—¿Qué siento en realidad? —Alejandro se quedó atónito. Su mente vagaba entre pensamientos confusos, como si algo estuviera a punto de emerger.
Salvador señaló hacia él con tranquilidad.
—Dices que quieres lo mejor para Luciana, pero no soportas verla cerca de otro hombre. Una sola palabra o mirada de ella puede ponerte de cabeza. Así que dime, ¿qué sientes en realidad?
Alejandro permaneció en silencio. Su garganta se movió mientras tragaba saliva, pero no respondió.
—Vamos —dijo Salvador, alejándolo del área de baile. Lo llevó a una mesa y le sirvió un vaso de agua—. Hueles a puro alcohol. Toma un poco de agua fría para calmarte.
Alejandro tomó el vaso, pero solo lo sostuvo entre las manos. No bebió.
Entendía las palabras de su amigo.
Le gustaba Luciana.
Si no le gustara al menos un poco, ¿cómo habría aceptado su pasado y al niño que esperaba? ¿Cómo habría considerado casarse con ella?
Cerró los ojos con fuerza y habló en un tono bajo y ronco:
—Pensé que, comparado con la responsabilidad, el gusto por alguien no era tan importante.
—Eso depende de cuánto te guste —respondió Salvador, balanceando su copa de vino con aire despreocupado—. Si es un gusto pasajero, con el tiempo se desvanece. No vale la pena abandonar tus responsabilidades por algo así. Pero dime, ¿lo que sientes por Luciana es pasajero?
Alejandro frunció el ceño profundamente y guardó silencio por un largo rato.
—Piensa bien las cosas —dijo Salvador, tomando un sorbo de vino y chasqueando la lengua—. Si sigues en este estado, solo conseguirás que tú, Luciana y Mónica sufran.
¿En serio? ¿De verdad sería así?
Alejandro pensó tanto que su cabeza comenzó a doler. Sin previo aviso, arrebató la copa de Salvador y se la bebió de un trago.
—¡Te dije que no tomaras más! —protestó Salvador, moviendo la cabeza con resignación—. Por cierto, ¿ya averiguaste quién estuvo detrás de lo que pasó aquella noche en el Hotel Real?
Alejandro se recargó en la silla y negó con la cabeza.
—Solo sé que es alguien que vino desde Canadá.
—¿Canadá? —Salvador levantó una ceja, intrigado—. ¿Acaso la familia Guzmán tiene algún enemigo por allá?

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