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CEO te equivocaste de esposa (Luciana y Alejandro) romance Capítulo 262

Mientras hablaba, miró a Ricardo de reojo, como considerando algo. En voz baja, le preguntó a su hermana:

—¿Deberíamos invitarlo también?

Luciana sonrió con suavidad.

—Pedro, ya eres grande. Haz lo que tú creas que es correcto.

—Oh —respondió el niño, asintiendo con seriedad antes de volverse hacia Ricardo y, con voz solemne, invitarlo—: Tío, ¿vienes con nosotros a volarlo?

—¡Claro que sí! —Ricardo parecía a punto de estallar de emoción. Apretó los puños, conteniendo sus sentimientos, y agregó—: Pero, Pedro, yo no soy tu...

—¡No! —Luciana reaccionó de inmediato. Sobresaltada, le agarró el brazo con fuerza y le dirigió una mirada de advertencia—. No puedes decirlo.

—¿Por qué no? —preguntó Ricardo, también frunciendo el ceño—. Soy su padre. Con la situación de Pedro, ¿no sería mejor que lo supiera ahora, en lugar de más adelante?

—Ja. —Luciana dejó escapar una risa amarga—. ¿Ahora sí tienes prisa? ¿Pensaste en todo este tiempo que no apareciste? En su mente, no tiene padre ni madre, solo una hermana. Si se lo dices así de repente, ¿te imaginas el impacto que tendría? ¡Pedro no es un niño como cualquier otro!

Las palabras de Luciana dejaron a Ricardo pálido y sin habla. Tras un largo silencio, asintió con dificultad.

—Está bien, haré lo que digas. Iremos despacio.

¿Había accedido tan fácilmente? Luciana no podía ocultar su sorpresa. Lo que más la impactaba era que ahora parecía estar considerando realmente lo mejor para Pedro.

Ricardo se acercó al niño y le dio unas palmadas en la cabeza.

—Vamos, al césped.

—¡Sí! —gritó Pedro, dando saltos de alegría. Luego miró a su hermana—. ¡Luciana, ven con nosotros!

—Claro que sí —respondió ella, sonriendo.

-

Pasaron la mañana jugando con Pedro en el césped. Al mediodía, Ricardo pidió comida a domicilio.

Mientras desempaquetaba los envases, Luciana no pudo ocultar su disgusto.

—¿Pollo frito? ¿De verdad? ¿Qué tiene de malo una comida decente?

Pedro miraba el pollo frito con anhelo, pero a la vez, nervioso, echaba vistazos a su hermana. Sabía que estaba molesta.

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