Cielo y Barro romance Capítulo 84

Una frase casual de Koldo, como un trueno, dejó a todos en shock.

Valentina fue quien más reaccionó.

Sus ojos se ensancharon, y con una mirada llena de incredulidad, barría el rostro de las dos personas que mostraban expresiones variadas. —Noelia, ¿es verdad que ustedes son...?

Se detuvo un momento, una sombra de tristeza cruzó sus ojos. Al ver que ambos permanecían en silencio, tragó saliva, vacilante: —¿Son esposos?

Al oír esto, Antonio sintió que la reacción de Valentina era extraña, y la observó fríamente sin decir una palabra.

Ese día, al llegar para registrarse con Koldo, sintió que algo era extraño. Hacía mucho tiempo que no regresaba a Rio Verde, y apenas recordaba a la gente y los lugares de allí, pero Valentina pudo reconocer su nombre de inmediato.

El registro estaba a nombre de Koldo, y él ni siquiera había mostrado su identificación, lo que era sospechoso.

Antonio, reservado y no dado a charlar innecesariamente, aprovechó que Koldo se ocupaba del registro para salir solo a pasear y evitar que Valentina lo siguiera, ya que ella parecía intencionada en averiguar sobre su vida.

Esto lo irritaba.

Pero lo que Antonio no esperaba era encontrarse con Noelia en el muelle, casi desolado al atardecer, donde rara vez se veía a alguien más.

Lo que aún le sorprendió más fue que Noelia también estaba alojada aquí, y parecía tener una buena relación con esta familia.

¿Sería el destino demasiado irónico?

Valentina sonrió incómodamente, con una expresión extraña: —Noelia, ¿cómo es que nunca me hablaste de esto?

Noelia miró de reojo a Antonio, que observaba la escena sin mostrar emoción. Ella estaba algo enojada, pero frente a esta situación complicada, no pudo darse cuenta de inmediato de la extraña reacción de Valentina, sino que intentaba rápidamente desvincularse de él.

—¡No es cierto!

Noelia desvió la mirada con desagrado hacia Koldo, considerándolo molesto y parlanchín. Anteriormente había bloqueado su camino diciendo cosas extrañas, y ahora estaba causando problemas aquí, como si quisiera asegurarse de que todos se sintieran incómodos.

—Valentina, no les hagas caso, yo...

Noelia abrió la boca, algo incómoda, tratando de encontrar una razón adecuada y sencilla para reemplazar esos diez años de caos, pero tras un largo rato de vacilación, no encontró ninguna.

Se detuvo un momento, echó un vistazo a Antonio, luego se giró para no mirarlo y dijo fríamente: —No lo conozco.

Sin embargo, antes de que pudiera terminar...