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Cinco años sin amor: El día que decidí ser yo misma romance Capítulo 7

—No es cuestión de si vale la pena o no, el asunto es que no puede salirle tan barato —soltó Eloísa, indignada.

Camila intentó consolarse a sí misma.

—La que pidió el divorcio fui yo, así que, al menos por esta vez, sí tuve carácter.

Por este motivo, Eloísa creyó que su amiga merecía algo de reconocimiento.

—Ya debiste haberlo hecho desde hace tiempo, ¿y estos años qué clase de vida llevaste?

Recordaba perfectamente cuánta ilusión tenía Camila cuando se casó con Leandro. Toda esa alegría se reflejaba en sus ojos.

Sin embargo, con el paso del tiempo, esa chispa desapareció por completo.

Camila prefería no darle demasiadas vueltas: el pasado ya no se podía cambiar, y en este momento solo le importaba una cosa.

—¿Cuándo me puedes ayudar a redactar el acuerdo de divorcio? —preguntó, mirándola con desesperación.

—Mañana mismo —aseguró Eloísa, decidida.

—De verdad, gracias por todo.

Eloísa le lanzó una mirada. Entre ellas no hacían falta esas formalidades.

—Te veo con mala cara, ¿te sientes bien? —notó Eloísa, que hasta ahora no se había percatado de lo demacrada que lucía su amiga.

Camila se removió, incómoda, y negó con la cabeza.

—Anoche dormí pésimo, eso es todo.

—Entonces ve a descansar ya —le insistió Eloísa.

Aunque Camila tratara de disimular, Eloísa sabía perfectamente que la herida seguía abierta. Al final del día, sí quería a Leandro, y después de cinco años juntos, era imposible soltarlo de golpe, por más que lo intentara.

Camila tampoco quería interrumpir el trabajo de su amiga.

—Mejor ve a hacer lo tuyo.

Eloísa realmente tenía que irse a una cita con un cliente. Revisó la hora en el celular y comentó:

—En la noche, cuando regrese, te llevo a cenar algo rico.

—Va, me parece bien —asintió Camila, tratando de sonreír con más ánimo.

Cuando Eloísa salió, Camila buscó el frasco de gotas para los ojos en su bolso.

Camila se quedó mirando la pantalla.

En efecto, no había escrito ninguna razón, pero ¿quién dijo que era obligatorio justificar una renuncia?

Además, ¿no se supone que él debería estar feliz de que ella se fuera?

Cuando aceptó el puesto de directora financiera, él fue el primero en oponerse.

Agotada, Camila se frotó el entrecejo y volvió a llenar la solicitud de salida.

[El estrés laboral me provocó desajustes hormonales y cambios de humor. Ya no puedo seguir en el puesto actual.]

Una vez listo, envió la solicitud sin pensarlo más. Hecho.

...

Leandro vio el mensaje de inmediato. Al abrirlo, se topó con la nueva solicitud de Camila y la razón que había escrito.

De pronto, su expresión se endureció, y sus ojos se tornaron sombríos al leer la frase: “desajustes hormonales y cambios de humor...”

¡Vaya manera de inventar excusas!

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