Despertó algunas horas después, con la sensación de que alguien acariciaba su cuello.
-Mmmmm- dijo al percibir la fragancia de su esposo- has tardado, mi amor-se giró hasta verlo a esos hermosos ojos que le arrancaban la razón.
-Todo se complicó, y luego tuve que atender algunas cosas que no podían esperar.
-Intenté esperarte despierta, pero me dormí.
-No se preocupe, Majestad- le sonrió y le dio un tierno beso en los labios- no hay nada mejor que llegar a Palacio y encontrarte rendida en nuestras habitaciones, aún no pierdo la pasión de verte dormir.
-Le acusaré de acoso, Excelencia.
-Acúseme de lo que quiera mi Reina, pero no me aleje nunca de su lado.
-Jamás podría- le respondió- eres mi otra mitad, mi complemento. Estoy incompleta si no estás a mi lado.
-Qué curioso Excelencia, a mí me ocurre exactamente lo mismo- la abrazó con fuerza, pegándola a él.
-Mi señor- inició ella, rozándole los labios- le tengo una petición.
-¡Lo que quiera, Majestad!- le responde de inmediato- hasta la mitad de mi Reino te pertenece- le rozó los labios- no podría negarte nada. ¡Nada!- declara- además, ¡eres la Reina!, ¿quién en su sano juicio te negaría algo?- le preguntó sonriendo.
-Tú- le dijo sonriendo- eres el único por encima de mí.
-No Majestad, está usted equivocada, esos hermosos ojos jades me han hechizado y mi corazón ya no me pertenece, hasta la razón me ha abandonado. ¡No podría negarte nada!. . . .¿Qué es lo que desea mi Reina?
-Quiero implementar una nueva norma- declara y Zabdiel, la mira fijamente.
-¿Sobre qué, amada mía?
-Aún no he pensado cómo darle forma a la idea principal, pero quisiera poder darle más oportunidad a los bárbaros.
-¿De qué hablas mi amor?, ¿oportunidad a esa gente que te secuestró?
-Esa también en nuestra gente mi señor, también son Norusakistanes, si tuviesen más oportunidad, no se verían en la necesidad de robar, de entrar a la fuerza a las casas y llevarse a las mujeres, de robar alimentos, túnicas, le ayudaríamos a ellos y nos ayudaríamos a tener una país más tranquilo- él la mira fijamente- recuerda que estuve en su guarida, tienen muchas necesidades Zabdiel- le acaricia la mejilla- padecen por alimentos, por vestido, por frío, las chicas que roban son alejadas de su familias, repudiadas por la sociedad.
-No es fácil lo que usted propone, Majestad.
-Lo sé, mi señor, estoy luchando contra siglos de culturas, sé que no será un proceso sencillo, pero estoy segura de que valdrá la pena. ¿Recuerdas a Azhohary?, esa chica me ayudó a escapar, si no fuese por ella, quizás aún estuviese allá en las cuevas. Ellas sufren mi amor y lo más triste es que se acostumbran al sufrimiento. Eso es lo que más me duele, es inhumano, nadie tendría que vivir así. Solo piénsalo mi amor.
-Eres una Soberana demasiado buena, mi amor.
-Intento serlo. Le daremos oportunidades de que se ganen el pan, como cualquier otro ciudadano, de que puedan venir al centro de la nación sin ser repudiados o menoscabados, ordenaremos a las familias que reciban a sus hijas, al menos que tengan comunicación con ellas, estoy segura de que las extrañan, podrán conocer sus nietos, y ellos no robarán más mujeres, podrán enamorarse y escoger libremente, ganarse el corazón de la chica y ser correspondidos. Quizás podamos darle la opción de que vivan en la ciudad y no en el desierto.
-No sería nada fácil que dejen sus costumbres.
-Lo sé mi Rey, pero vale la pena, te lo aseguro. Cuando vean que hay deseo y voluntad de nuestra parte por incluirlos y tomarlos en cuenta, todo mejorará.
-Podríamos también lograr que los que apoyan a Esquizbel, se unan a nosotros.
-Así es – le dice con una sonrisa.
-¿Cómo logras ser tan perfecta?- le pregunta con una sonrisa.
-Pensando en ti- le responde- eso me ayuda- sonríe de medio lado.
-Es agradable saber que soy un incentivo. Proyecto aprobado Mi Señora, vemos como darle forma a esto para ejecutarlo lo más pronto posible. Los bárbaros te amarán- Isabella, estaba feliz, al fin podría ayudar a Azhohary, esa hermosa chica que le había tendido la mano, ahora tenía la oportunidad de devolverle el favor.- Dígame algo Excelencia, ¿tiene usted mucho sueño?- preguntó mientras besaba su cuello y dejaba pequeños mordiscos.
-Milagrosamente se acaba de esfumar todo el sueño que había en mí- responde entre gemidos.
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