Consentida por el Presidente: Mi esposa es un poco dulce romance Capítulo 990

Dado que los hombres de Benedict no eran los únicos que los estaban viendo, ya que los guardaespaldas de Gideon también tenían sus ojos puestos en ellos, correr no era una opción.

Los guardaespaldas que trajo Gideon eran completamente diferentes a los de Jean.

Los suyos eran guardaespaldas normales, pero los de Gideon estaban entrenados para luchar en un campo de batalla.

El aura que desprendían era diferente a la de los luchadores clandestinos.

Era el tipo de aura que uno obtendría de un asesino de sangre fría que había regresado de una guerra sangrienta.

Ellos emanaban miedo con sólo pararse allí.

En este tipo de situación, luchar contra ellos era imposible, y mucho menos escapar.

Muy rápidamente, Benedict sugirió algo.

Dado que todavía eran sus hombres y no podía soportar matarlos, sugirió que todos se disculparan con Jean y que se rompieran uno de sus brazos para evitar que volvieran a pelear antes de dejarlos ir.

Jean era solo una chica normal, por lo que la idea de presenciar algo tan cruel inmediatamente la puso pálida.

Ella no era la persona más amable, pero tampoco había visto nada así.

Siguiendo un grito desde el exterior, ella preguntó con una voz débil: “Nelly… eso… ¿No es demasiado…?”.

Después de todo, la verdad estaba al descubierto y Jean no podía perder nada.

Nell simplemente dijo: “Tía Jean, todos son luchadores que tienen la capacidad de intimidar a los demás. También son extremadamente manipuladores. No solo carecen de compasión, sino que también utilizaron la muerte de uno de sus propios hombres para tramar una estafa. Vinimos aquí para descubrir la verdad y, debido a tu estatus e identidad, estás a salvo. Pero ¿y si fuera otra persona? Si el objetivo fuera una persona normal, ¿crees que podría haberse alejado del peligro como tú? ¿Habrían tenido la oportunidad de limpiar su nombre?”.

Jean permaneció en silencio.

En este punto, Nell volvió a mirar a Benedict.

“Los fuertes no deben intimidar a los débiles. Cuando lo hagan, los cielos les impartirán legítimamente justicia kármica. ¿No es así, Señor Canterwich?”.

Por supuesto, Benedict entendió que ella solo lo estaba menospreciando.

Con eso, él sonrió impotentemente. “Por supuesto, Señora Leith”.

Nell luego se volteó hacia Jean y le susurró: “Si no los castigan, lo volverán a hacer y alguien más saldrá lastimado. Si no haces esto, la próxima víctima sufrirá”.

Sólo entonces Jean comprendió y asintió.

“Tienes razón, ¡esto es simplemente demasiado! No podemos simplemente dejarlo así”.

Nell sonrió levemente.

Ella luego continuó: “Además, es solo un brazo y no su vida. Si realmente quisieran empezar una nueva vida, pueden ir al hospital y luego buscar otro trabajo siempre y cuando no haya lucha. Creo que el Señor Canterwich es un hombre muy empático que no los dejará simplemente para que se mueran de hambre. Les encontrará algunos trabajos sencillos y agradables, ¿no es así?”.

Benedict estaba sorprendido. Él pensó que Nell solo había adivinado los motivos de este incidente.

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