Carlos
¡Ey! ¿Te sientes bien? Despierta…¿Carlos?
Mi nombre se repite unas treinta veces en mi cabeza antes de que pueda abrir los ojos y ver el hermoso rostro de Luisa frente a mí.
―Dime que no moriste.― Me murmura.
―No, no morí, solo que la cabeza me está matando.
―Sí, se llama borrachera, ten toma esto.
Luisa me da un vaso con una bebida burbujeante que yo sin pensarlo dos veces me la tomo para que termine este dolor fatal de cabeza y el malestar en el estómago.
―¿Por qué huelo a basura?
―Porque te asaltaron y te quedaste en el bote de basura, mientras estabas inconsciente te curé un poco las heridas, ya después ves si vas al hospital o algo.
―¿Heridas? ― Me levanto de un solo salto para verme el rostro en el espejo.
―Cuidado.― Escucho su voz.
Me estoy reflejando en él cuando de pronto siento como el estómago se me revuelve e inmediatamente voy hacia el W.C para volver el estómago como nunca lo había hecho en la vida.
―Te dije que con cuidado.― Repite y cuando termino bajo la palanca para que se vaya y me levanto para echar agua sobre el rostro―¿Mejor?
―Sí, mejor.― Pronuncio como puedo.
Ella se aleja y entra de nuevo a su habitación para traerme el vaso de la bebida burbujeante y me lo da.― Tómatelo poco a poco ¿quieres?
―Sí, gracias.
Nos quedamos un rato en silencio en su habitación mientras veo la decoración que tiene al lado, veo cortinas blancas pasantes sencillas, una cama un poco desordenada, un pequeño librero con libros y una que otra fotografía y un escritorio, el escritorio se encuentra parcialmente abierto y puedo ver alguna de su ropa colgada.
―¿Por qué me trajiste aquí? ― Pregunto.
―Bueno, no tienes cartera así que no sabía dónde llevarte y si te soy honesta me dio miedo ir a la policía con una persona como tú.
―¿Cómo yo? ― Insisto y ella sonríe.
―Así de… elegante, quién sabe de dónde vienes. ― Responde y luego se sienta sobre la cama para mientras yo lo hago en la silla de su escritorio.
―Perdón por la molestia, en verdad no sé que me pasó. Juro que suelo nunca ponerme borracho pero esta vez fue demasiado, tenía muchas cosas en la cabeza y si te soy honesto yo venía bebida de otro lugar.
―¿Del lugar donde te dejó tu prometida?
―¿Te hablé de eso? ¡Uy! Lo siento, no suelo hablar de mi vida personal con nadie.
―Bueno, al parecer soy nadie.― Responde y vuelvo a sonreír―¿Qué tiene tú madre?
―¿Eso también? ― Pregunto un poco preocupado―¡Guau! No puedo creer que haya llegado tan lejos.
―Si quieres no me cuentes, pero para que alguien beba así hasta emborracharse, quiere decir que es algo grave.
―Cáncer, cada día se ve peor, me duele porque es una buena persona.
―Me imagino.
Sigo bebiendo y ella esquiva la mirada para que no se encuentre con la mía, al parecer le hago sentir un poco incómoda y la entiendo, tal vez mi ropa no es la adecuada, ni la forma en la que llegué a su casa. Volteo al escritorio y veo los sobres de cartas con la leyenda “Último aviso” o “Vence en quince días” y mejor regreso a ella.
―¿Trabajas en ese bar? ― Trato de llevar la conversación a otro lado.
―Sí, bueno no, en realidad soy actriz.
―¿Actriz? ¿De verdad?
―Sí, sólo trabajo en el bar para tener un dinero extra, ya sabes, por si las dudas.
―Qué bien… ¿alguna obra en especial en la que hayas salido?
―Pues… en los Miserables y también en el Rey León.
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