DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 36

Vanesa que nota a Ares algo raro, por primera vez en su vida decide no ser tan desconfiada. Pues es verdad que la reacción de Ares había sido muy agresiva, pero si supiera la verdad, le habría ido peor. Además, era a la única persona que tenía. Sin embargo, estaba tan segura de que podría seguir junto a él, gastando dinero a manos llenas, sin ningún tipo de complicación en su vida, siendo su única preocupación deshacerse de Jazmine, que jamás pensó en guardar suficiente dinero, para cuando lo necesitara. Después de todo, ella seguía siendo una asesina, que había huido de la escena del crimen, y lo mejor que podía hacer por ahora, era ser la protegida de Ares Walton, y vivir una vida que nada tuviera que ver con su pasado. Sin embargo, no contó con que la débil y temerosa Aurora pudiera atravesarse en su camino.

¿Quitarle el dinero que tanto le había costado conseguir? Eso era algo que no pretendía dejar pasar.

Luego de pasar la pena de su vida en varias tiendas, se va directamente a Walton's Car. Necesitaba que Ares le diera efectivo, y aprovecharía para encarar a Aurora, y exigirle que dejara la idea de reclamar sus derechos.

Al llegar a la empresa, le informan que ni su amado Ares, ni la mujer a la que ahora sí tenía razones verdaderas para odiar, estaban en la empresa.

Muy disgustada, no planea irse de allí sin por lo menos dejarle una advertencia a Aurora.

Ve a Adriana muy sonriente hablando con Daniel, frente a una de las oficinas y no pierde oportunidad para molestarlos.

—¡Cuñado! —Grita y llama la atención de varios empleados que están en el lugar.

Daniel y Adriana, que hablaba tranquilamente, se giran para ver quién es, observando como la mujer da zancadas amplias con sus largas piernas, hacia ellos.

—Tal vez deberíamos irnos. —Le sugiere Daniel a Adriana, quién no se mueve de su lugar.

—¿Por qué? Hay un par de cuentas que esa mujer tiene que ajustar conmigo, así que no pienso moverme de aquí.

—Pero Adriana... Estamos en la empresa...

—¿Y qué? No hay clientes, ya prácticamente terminó la jornada laboral, y la mayoría de empleados ya se están yendo. Además, no es como si todos aquí no supieran que esa bruja es la amante de Ares.

Adriana, que se cruza de brazos, y se gira completamente para esperar de frente a la mujer que es la culpable de que su padre cayera en coma, le tiene preparado un gran recibimiento.

—Tú... —Señala con el dedo índice a Adriana. —Dile a la tonta de tu hermana, que no pienso permitir que se quede con toda la fortuna de mi Ares. Es una vil interesada, y por lo visto tú también. —Mira de reojo a Daniel haciendo insinuaciones, pero Adriana no es tan calmada como Aurora, y apenas termina de hablar, le da un puño en la nariz haciéndola sangrar.

—¡Ahhhh!… ¿Por qué hiciste eso? —Le pregunta Vanesa que se toca la nariz con ambas manos sintiendo un fuerte dolor.

—¡Ups! Lo siento… Es que las viles interesadas solemos actuar así. Por lo tanto, te recomiendo que no te me vuelvas a acercar o la próxima vez no solo dañaré tu rinoplastia.

Hace un gesto de acercarse bruscamente y Vanesa de inmediato se aparta.

Todos miran a Adriana que sigue su camino, y Vanesa, que aparta las manos de su nariz, observa que tienen sangre.

—¡Te juro que esto no se va a quedar así! —Grita llena de ira, a Adriana que es seguida por Daniel.

—No debiste hacer eso. Varios empleados aún estaban en la empresa.

—¡Lo siento! Es solo que me dejé llevar. Esa mujer es una descarada. ¡Atreverse a hablarme después de lo que le ha hecho a mi padre y a mi hermana! Y ahora venir a reclamar por la fortuna de un hombre que ni es su esposo… Es una… —Adriana se traga sus palabras intentando no perder la poca paciencia que le queda delante de Daniel.

—¡Una perra! —Termina de decir él, y ambos se ríen.

Al salir del edificio, Daniel se ofrece a acompañar a Adriana al hospital a visitar a su padre como todas las tardes, pero ella se niega.

—Estoy demasiado cansada, creo que iré a casa temprano. Y Aurora de seguro acompañará a papá hoy, él ya está mucho mejor, así que…

—Aprovecharás para descansar... pero, ¿segura de que estás bien?

—Sí. Solo quiero darme un buen baño y dormir un poco hace mucho que no lo hago.

—¡Claro! Entiendo… Entonces, ¡nos vemos mañana!

—¡Seguro! —La mujer va en dirección a su auto que está en el parqueadero.

—¡Adriana! —La llama Daniel, qué por un momento quiere contarle lo que hizo con el video de las cámaras de seguridad el día que Vanesa cayó por las escaleras.

—¿Sí?

—¡Nada! —De inmediato se arrepiente, pues después de tanto tiempo, no considera que sea importante.

—¿Seguro?

—Sí. Ve con cuidado. —Le dice el chico que se va solo a su apartamento, recriminándose su cobardía por no tener el valor de declararle sus sentimientos a Adriana.

Adriana, que llega a casa temprano, sube de inmediato a su habitación con la firme intención de darse un largo baño relajante, por lo que a su mente de inmediato llegan las esencias que usa su madre, que es justo lo que necesita. Va a la habitación de sus padres, y entra al baño, buscando los aceites.

—¿Dónde los guardará mi mamá? —Se pregunta la chica que sale a la habitación y sigue buscando en el tocador de Eloise, y termina encontrando un paquete envuelto en varias bolsas plásticas pegado debajo de uno de los gabinetes, que cae cuando ella intenta abrir un cajón atascado.

De inmediato revisa el extraño paquete encontrándose con una gran suma de dinero.

—Son más de 100.000 dólares… ¿Por qué mi mamá tiene todo este dinero?

De pronto escucha a su madre gritarle algo a Esther y guarda asustada el dinero, y lo pone debajo del cajón, como puede y sale de la habitación corriendo lo más rápido que puede hacía la suya.

Minutos después escucha a su madre dar gritos a Esther, enloquecida de rabia, y sale a ver qué pasa…

—¿Mamá? ¿Por qué tanto escándalo?

—¡Adriana! —Exclama sorprendida al ver a su hija en casa. —Has venido temprano.

—Sí. Quería descansar. ¿Por qué? ¿No puedo?

—Sí. Claro cariño. —Adriana, que intenta irse, es llamada nuevamente por Eloise. —Adriana, amor…

—¿Sí?

—De casualidad, cuando llegaste, ¿entraste a mi habitación?

—Sí. —Responde para ver la reacción de su madre que inmediatamente parece nerviosa. —Quería tomar uno de tus aceites de baño, pero no los encontré. ¿Por qué? ¿Pasó algo?

—No. No… Nada cariño. No pasó nada. —Comenta la mujer que está nerviosa de que Adriana pudiera descubrir el dinero que ha recibido durante años, usándolo para sí misma. Dinero que ha ganado a pulso al tener que soportar a Aurora todo este tiempo, y por guardar secretos que podrían destruir más de una vida.

***

Jazmine que toma una copa, luego de pasar por el hospital, y obtener su diagnóstico, empieza a pensar en su pasado, revisando una vieja caja de madera llena de polvo que estaba escondida en el más remoto rincón de su armario, sellada con un candado, que hace mucho no abría.

De ella saca algunas fotos de Ares cuando era pequeño. Recordando el día en que llegó a su vida, y como llegó. A su mente vienen esos recuerdos tan vividos, como si fuera ayer.

Ares y Walton’s car, era todo lo que tenía en la vida, y debía asegurarse de que siguiera siendo así, aunque ella ya no estuviera.

—Señora, disculpe que la moleste. —Se asoma Josué a la habitacional de Jazmine, luego de anunciarse con un par de golpecitos.

—¿Qué pasa Josué? —Recoge todas las fotos y documentos llenos de recuerdos en la caja con disimulo, y la cierra.

—El abogado Peñaloza ha dicho que la verá el viernes, ya que no está en la ciudad y hasta ese día regresa, y la señora Aurora acaba de llegar.

—Ok. ¿Ares ya llegó?

CAPÍTULO 36 1

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