Vanesa pone el cuchillo en la cara de Aurora, alcanzando a hacer un corte muy pequeño, ya que fue distraída por golpes en la puerta, lo que da tiempo a Aurora de empujar a Vanesa, y tirarse al piso, tomando el botiquín qué había dejado al lado de la cama, dándole un fuerte golpe a la mujer con él en la cara.
—Señora, soy Magdalena. Me dijeron que está aquí, vine a traerle sus cosas. —Se escucha al otro lado de la puerta.
—Magdalena... ¡¡AYUDA!! —Grita Aurora, porque Vanesa se recompone rápidamente y empieza a coger cosas al azar, para lanzárselas a la mujer que busca la manera de salir de la habitación. Magdalena, qué escucha la petición de su jefa, empieza a tocar la puerta con desespero.
—¿Señora que pasa? ¿Está bien? Ábrame por favor...
—Ni siquiera lo pienses. —Le dice Vanesa qué la ve muy cerca a la puerta.
—No lo pienso. ¿Dime por qué querías que te firmara ese papel?
—No lo sé. Simplemente, me pidieron que lo hiciera, por una gran suma de dinero.
—¿Quién te lo pidió?
—¡Mmmm! —Simula pensar. —No sé, ya se me olvidó.
—¡¡Señor Ares!! —Grita Magdalena desde afuera, y Vanesa huele el peligro de ser atrapada.
—¡Maldita sea! —Sin pensarlo dos veces abre la puerta y observa a Magdalena, a quien empuja con fuerza contra la pared del pasillo. —Fuera de mi camino, estúpida. —Dice y sale rápidamente, subiendo el cuello de su overol, y recogiendo su cabello, metiendo las manos en sus bolsillos, para ocultar el arma blanca, caminando rápido, con la cabeza siempre hacia abajo. Mientras baja las escaleras, Ares sale de su habitación, cruzándose por poco con la mujer. Aurora qué sale asustada, al verlo grita sin control...
—Es Vanesa... Está vestida como uno de los empleados. Atrápala, se escapa. —Le dice mientras ayuda a Magdalena, y Ares, qué observa las heridas y el cabello de su esposa, corre escaleras abajo, lleno de ira. Sale rápidamente de la casa, y ordena a los demás empleados qué busquen a una mujer vestida como uno de los contratistas. Vanesa, que apenas ve a Ares salir de la habitación, corre lo más rápido que puede, con la suerte de no ser detenida por ninguno de los hombres que contrató Ares, qué están distraídos jugando vencidas en el jardín.
—¿Pero qué carajos creen que hacen? —Regaña Ares a sus empleados. —Una delincuente entro a mi casa sin que se dieran cuenta y se escapó en sus narices. Está vestida como uno de los contratistas con overol azul... ¿Pero qué esperan? Vayan a buscarla, y si no la encuentran, no se tomen la molestia de volver, ¡por qué están despedidos! —Sube rápidamente con Aurora, que está en compañía de Blanca, Magdalena y Eva, que parece enterada de la situación, por qué está arreglando el corte de Aurora.
—¿Magdalena está bien? —Pregunta Ares en la puerta de la habitación de Aurora, y todas las mujeres se fijan en él.
—Si señor.
—Me alegra. Le pido que por lo ocurrido se tome el resto de la tarde, vaya a su casa y descanse.
—Gracias, señor. —La chica asiente y se despide.
—Blanca, por favor organice todo lo que pueda, nos iremos de esta casa. —Le ordena Ares, que no es capaz de mirar a los ojos a Aurora, quién se siente culpable por no haberla protegido de Vanesa.
—¿¡Qué!?... ¿A dónde iremos?
—A cualquier lugar, lejos de esta casa, que no es para nada segura.
—Pero tu madre fue quien la construyó...
—La decisión está tomada. En un par de horas nos iremos. —Dice esto último y Aurora y Eva se miran, mientras él se gira sin esperar una respuesta, pensando en lo ilógico que era, que tantas personas atacarán a Aurora, y entrarán desapercibidas, sin ser vistas, era como si tuvieran pleno conocimiento de cada rincón de una casa, que hasta donde él tenía entendido era nueva y nadie conocía. Demasiado sospechoso para su gusto.
***
Jazmine que llega a casa muy nerviosa después de ver a Ares y enterarse de que sabe que no es su hijo, es abordada por Josué que le da a tomar sus medicamentos.
—¡Señora, debe calmarse! —Le pide el hombre que la ve muy ansiosa, caminando de un lado a otro en la sala.
—Es que no puedo... Cuando creo que encuentro la solución a algo, aparecen más y más problemas.
—¿A qué se refiere?
—A mi hijo... El que creí sería mi mayo aliado, se está convirtiendo en mi mayor obstáculo... —Siente un fuerte dolor de cabeza la mujer, que por unos segundos le nubla la vista...
—Señora, ¿está bien?
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