Después de la Enfermedad, Renació el Amor romance Capítulo 92

Después de comer.

Diego salió a atender una llamada.

Ximena esperó unos minutos y luego lo siguió afuera.

En el pasillo, Diego estaba fumando. Ximena se envolvió más en su abrigo y caminó hacia él: —¿Tienes tiempo?

Quería hablar con él sobre el asunto de la ceremonia en honor a Belén.

Al verla acercarse, Diego alejó el cigarro que tenía en la mano y lo apagó.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí?— la observó detenidamente.

Ximena comprendió tarde lo que él quería decir: ¿acaso la llamada que acababa de recibir era de Carmen?

—Justo ahora, después de que colgaste.— Su pecho se agitó un poco, y dijo con frialdad.

Fue entonces cuando Diego levantó las cejas al mirarla, metió una mano en el bolsillo y, de repente, dijo con indiferencia: —Esa noche yo estaba borracho.

Ximena no entendió en un principio lo que quería decir.

Él levantó ligeramente la comisura de los labios, con un tono de voz tranquilo: —Supongo que no vas a hacer un gran escándalo sobre lo que pasó esa noche, ¿verdad?

Un zumbido pasó por la cabeza de Ximena, y de repente entendió que Diego se refería a lo que sucedió entre ellos esa noche.

Un escalofrío recorrió su espalda, sorprendida y casi incrédula.

¿Estaba él advirtiéndole que no provocara a Carmen, para no causar malentendidos?

—Lo que pasó esa noche fue un error para ti y una molestia para mí, jefe Diego, no tienes de qué preocuparte.— Ximena levantó la mirada hacia él, hablando de forma clara y sin dar lugar a malentendidos.

Que cada uno se quede tranquilo.

Diego la observó en silencio, en la fría oscuridad de la noche, su expresión parecía más severa.

Pasó un momento antes de que él retirara la mirada con frialdad: —Está bien.

No dijo nada más y, dando largos pasos, comenzó a alejarse.

Ximena apresuradamente habló: —¿Tienes tiempo el día 24? ¿Podrías hacer espacio para...?

—Busca a Adrián y coordina con él, tú descansa. Esta noche tengo asuntos que atender.— Diego dejó la frase de manera indiferente y desapareció de su vista.

Ni siquiera esperó a que Ximena terminara de hablar.

Pero ella ya no sentía ninguna emoción negativa.

Porque durante los tres años pasados, había vivido demasiadas experiencias como esta.

En los años anteriores, en el aniversario de la muerte de Belén, Diego nunca había asistido. O estaba ocupado con trabajo, o de viaje de negocios. Incluso cuando ella le suplicaba que le dedicara media hora para ir, nunca accedió.

Diego aún no había regresado.

Ximena no se quedó mucho más tiempo, y condujo de regreso a Zenith Innovations.

Beatriz ya se sentía mucho mejor, aunque su voz aún sonaba algo ronca.

Cuando vio a Ximena, puso una expresión seria y dijo: —Acabo de regresar del hospital, pasé la noche allí. Anoche vi que Diego llegó, me enteré de que Sara está enferma. ¡Diego realmente está siendo un excelente futuro yerno!

Ximena detuvo su movimiento con el bolígrafo.

Ayer, aunque le había pedido tan amablemente, no pudo conseguir que él le dedicara tiempo.

Pero a la mamá de Carmen, él la cuida siempre.

Diego nunca oculta esos tratos injustos.

Y, sobre todo, esa persona era Sara...

Ximena apretó los labios y finalmente soltó un suspiro.

Dejó de lado esas trivialidades que pronto no tendrían nada que ver con ella.

Y entonces, le preguntó a Beatriz: —¿Sabes si hay alguna institución en Altoviento que se especialice en coleccionar o vender arte moderno?