La habitación está perfectamente ambientada y decorada, había velas en cada rincón que daba luz a la parte más importante la cama, mire a Zerek y este se mordió el labio con malicia.
— Lo tenías todo planeado— me preguntó mientras se acercaba a mí.
Seré sincero cruzaba los dedos desde la mañana para que nuestra noche terminará así porque lo estoy deseado a él solo a él. Asentí con nerviosismo pasando mi mano por sus hombros para sentir aquellos brazos que sin duda estaban perfectamente marcados.
— Siento que estoy corriendo en círculo y sé que cuando me detenga te seguiré queriendo— admití.
Sus manos subieron con delicadeza a mi rostro antes de acercar nuestros labios tan lentamente que sentí que era una tortura. Nuestros labios se unieron y por primera vez estábamos disfrutando cada detalle de él, lento, pero codicioso, era las dos palabras perfectas para definir el beso.
La ropa fue desapareciendo y sin poder evitarlo terminamos en la cama, desnudos sin preocuparnos por los problemas de los demás porque ahora solo importaba transmitir lo que sentíamos. Sus besos bajaron a mi cuello, pecho y abdomen logrando que varios sonidos vergonzosos se escaparan de mi boca, este se volvió a acercar a mis labios para morder y lamer a su antojo sin dejar de manosear mi cuerpo.
— ¿Estás seguro de esto?— me preguntó.
Asentí, había colocado tantas expectativas y romanticismo a mi primera vez que no me di cuenta de que lo que realmente importa es que me sienta listo y seguro de entregar mi cuerpo.
— Confío en ti— admití.
Me separé de él para coger las cosas para prepararme, hacerlo con un chico es muy diferente... se necesita de mucha preparación si no quiero que me duela.
— Tengo que prepararme para que no me duela... esto puede que no sea atractivo para ti por qué soy un chico— murmuré con vergüenza mientras abría el embarque de lubricante.
Antes de venir aquí me aseguré de limpiar mi interior como Agus me aconsejó.
— No decidas que me gusta y que no— me pidió Zerek.
Tengo miedo de que salgas corriendo, me apresure a colocar un condón entre mis dedos y le aplique lubricante pese a que esté ya venía lubricado y comencé a introducir un dedo en mi interior.
—No me mires— pedí con vergüenza.
Sentía mi cuerpo arder, entraba y salía de mi interior esperando que la incomodidad desaparezca, aumente los dedos en la medida que mi cuerpo me lo pidió, tener a Zerek viéndome aumentaba mi excitación.
Toque si querer un punto dentro de mí que me hizo gemir más alto y comencé acelerar los movimientos rozando aquel lugar sintiendo mis paredes apretar mis dedos de una forma excitante. Zerek me agarró de la mano logrando que detuviera todo ese vaivén de placer.
— ¿Estás provocándome?— me cuestionó.
No entendí a qué se refería.
— ¿A qué te refieres?— pregunté confundido.
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