Diario de una Esposa Traicionada romance Capítulo 1035

Leticia no pasó por alto el destello frío en los ojos de Ander.

No era que estuviera llevando a Óscar o que Camilo tuviera algún problema.

Era él quien iba a resolver algo.

No le pregunté nada, solo sonreí suavemente y le dije, "Te espero en casa."

Ander me quitó una espina de pescado y dijo, "Si te da sueño, duérmete antes. Te prometo que volveré."

"Está bien."

A un lado, Camilo susurró algo al oído de Cloé.

Cloé asintió, indicando que entendía.

Selena miraba a su alrededor, sintiéndose más visible que el candil de cristal que colgaba sobre nosotros.

Mejor me dediqué a comer.

Estaba a punto de girar la mesa para servirme un tamal de arroz dulce, pero justo cuando levanté la mano, el plato giratorio se detuvo frente a mí.

El tamal de arroz quedó justo ante mí.

No levanté la vista, pero pude sentir una mirada ardiente fija en mi rostro.

Mis pestañas temblaron rápidamente y decidí no tocar los cubiertos.

Cloé levantó la mano y me sirvió un tamal.

Conversó casualmente conmigo, "¿Te gustan los dulces, verdad?"

Selena hizo una pausa, mordió el tamal y respondió vagamente, "Sí, me encantan. Comer algo dulce me pone de buen humor."

Cloé sonrió, "Es curioso que te hayas hecho amiga de Leti. Ella también come dulces cuando se siente mal."

"Así es." Leticia le sirvió a Selena un postre, "Come más, estás muy flaca, no necesitamos dietas aquí."

De repente, una voz profunda y cargada de alcohol resonó.

Rasposa y embriagada.

"Ella no engorda."

Cuatro pares de ojos se giraron al unísono, menos Selena, que mantuvo la cabeza baja.

Terminó su tamal en silencio.

Casi se le olvidaba que a Óscar no le gustaban los dulces.

Durante años le había hecho pasteles de cumpleaños, pero él nunca probó ni un bocado.

El ambiente en el comedor se tornó extrañamente silencioso.

El mesero, al traer los postres, no se atrevió a respirar fuerte y se retiró rápidamente tras servirlos.

Óscar estaba sentado al lado de donde servían los platillos.