Diario de una Esposa Traicionada romance Capítulo 590

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"No sabía qué hacer, si lo rechazaba, era como si lo matara yo misma..."

"No tienes por qué tomártelo tan a pecho, ustedes nunca tuvieron la oportunidad de ser padre e hija de verdad. Incluso si no vinieras a verlo o a cuidarlo, no estarías haciendo nada malo."

"La relación entre padres e hijos siempre ha sido de cosechar lo que siembras. No tiene sentido que él nunca cumpliera con su responsabilidad de ser padre y que tú, por la sangre y los genes que no elegiste, te veas obligada a respetarlo y a ser obediente."

Realmente no sentía una gran emoción hacia Luis, pero tampoco pude impedir que mi abuela salvara a su hijo biológico.

Me negué a venir a firmar porque tenía miedo de que fuera una trampa de Martina.

"Lo entiendo, abuela, no tiene que explicarme. Solo prométame que puede preocuparse, pero no debe alterarse ni estresarse, su salud es lo más importante."

"Claro, abuela lo sabe."

Fabiola me acarició la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas pero con una sonrisa de cariño, "Manteniendo la calma en momentos difíciles, la familia Monroy bajo tu cuidado, seguro será aún mejor."

"También puedo estar tranquila, cuando esté allá abajo, le diré a tu abuelo que tenemos una nieta maravillosa, se llama Vanesa."

Cada vez que escuchaba estas palabras, me sentía insegura, como si mi abuela estuviera arreglando sus asuntos finales.

Sé que la gente no puede vivir para siempre, todos tenemos nuestro día para pasar al otro lado. Pero hay una diferencia entre morir de viejo, sin enfermedades, y morir por un accidente o una enfermedad.

"No he crecido todavía, necesito que mi abuela me cuide, todavía tengo mucho que aprender de usted."

Toqué mi vientre, "Además, su nieto Pedro aún es muy pequeño, ¿va a dejarlo?"

Mi abuela puso su mano sobre la mía, como si entendiera mis palabras, con un tono suave, "Querida nieta, tu bisabuela te espera."

La cirugía de Luis duró desde el amanecer hasta el anochecer.

El hospital, de estar lleno de gente, pasó a estar casi vacío, y con la llegada de la noche, se volvió frío y silencioso.

El guardaespaldas fue a comprar la cena, pero mi abuela apenas pudo comer un par de bocados.

Viendo lo mal que se sentía, no insistí y comí en silencio, no podía dejar que el pequeño en mi vientre pasara hambre.

Y Camilo, no había respondido a mis mensajes.

Incluso intenté llamarlo, pero tampoco pude contactar a Fabio.