Diario de una Esposa Traicionada romance Capítulo 596

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Tomando de la mano a Camilo, me entregué al sabor de las empanadas recién hechas, una tras otra.

Mientras Camilo me alimentaba, me instruyó: "El doctor dijo que debes descansar mucho. Una vez que te den de alta, quédate en casa con la abuela. Si no puedes contactarme, no vayas a ningún lado."

Asentí con la cabeza.

Lo que vendría después sería aún más turbulento.

En este momento, no tenía otra opción más que tratar de no ser una carga para Camilo.

Levanté la vista hacia sus ojos enrojecidos, "¿Por qué hoy no contestaste mis llamadas todo el día?"

"Estaba tan ocupado que ni siquiera tuve tiempo para devolverte la llamada."

Al escuchar esto, Camilo intentó explicarse instintivamente, suspiré, "¿Entonces ni siquiera tuviste tiempo para comer?"

Una sonrisa complacida se dibujó en los labios de Camilo, "Pensé que ibas a reclamarme, pero resulta que te preocupas por mí, ¿eh?"

Le arrebaté la cuchara de su mano y le di una empanada, antes de decir: "¿Por qué habría de reclamarte?"

"Me preocupa más tu salud."

Camilo tragó la empanada y levantó ligeramente las cejas con un significado profundo, "Tranquila, mi cuerpo te mantendrá feliz siempre."

De alguna manera, la palabra "feliz" sonaba extraña viniendo de él.

Le lancé una mirada y no pude evitar preguntar: "¿Qué está pasando exactamente con el Grupo Galindo? ¿El señor Galindo te está causando problemas otra vez?"

Camilo dejó las empanadas y tomó una servilleta para limpiarme la comisura de los labios, "No te preocupes por eso ahora, como siempre, confía en mí."

"Si el señor Galindo me empuja demasiado, al final..."

Rápidamente cubrí la boca de Camilo con mi mano, "No digas tonterías."

Con el conflicto y la distancia creciente entre él y el señor Galindo, podía imaginar que sus palabras no serían nada bueno.

Probablemente, la razón por la que no respondió las llamadas hoy fue porque el señor Galindo lo retuvo.

"¿Sabes que debes cuidar de la educación prenatal?"

"Sé."

Incapaz de resistirse, Camilo continuó alimentándome empanadas, pero detuve su gesto, "Puedo comer sola, tú también come."

Sin embargo, Camilo insistió.