Diario de una Esposa Traicionada romance Capítulo 705

Era lo suficientemente hermosa como para capturar todas las miradas.

Había pensado que, después de que Lucas fuera rechazado por Leticia, no tendría más pensamientos hacia ella.

Pero ahora, al verlo, sus ojos brillaban con una expresión de entusiasmo que no podía ocultar.

En cuanto a Ander...

Seguía con su habitual indiferencia, sin saber qué estaba pensando.

"Cloé."

Al oír su voz, volteé hacia Camilo, solo para ver al hombre que siempre se creía invencible, arrodillarse de repente y ponerme los zapatos de boda, "Esposa, vamos a casa."

Puse mi mano en la de Camilo, y mis ojos y cejas se curvaron hacia arriba, "Vamos."

Con mi respuesta confirmada, me levantó en brazos y caminó hacia afuera.

...

Al regresar a Casa de la Brisa, incluso dejamos que Cris rodara sobre la cama nupcial.

Mi madre nos había preparado tamales, y, sin sorpresa, estaban crudos al primer bocado.

Volteé hacia mi madre, y ella me guiñó un ojo, "¿Crudos?"

"..."

No pude evitar reír, "Totalmente crudos."

Mi madre también se rio, "Bueno, pasemos al siguiente asunto."

Después de completar los procedimientos en la habitación nupcial, Camilo me llevó de nuevo al coche nupcial, y nos dirigimos al lugar de la boda.

Cuando estábamos cerca, me pasó del coche a una silla de manos.

Él ya tenía un rancho con muchos caballos, y hoy había escogido uno blanco especialmente.

La música comenzó a sonar, y los tambores resonaban.

La silla de manos fue levantada y caminamos un trecho tambaleándonos.

Después de entregar el caballo a Fabio, vino a recibirme de la silla de manos.

Los procedimientos de una boda tradicional mexicana son complejos, y con el tiempo, muchos han sido olvidados.

No sé cómo Camilo encontró a un anciano familiarizado con todos los procedimientos.

Nos guio para cruzar un umbral de fuego, completando cada rito paso a paso.

Al llegar al salón, su voz resonó poderosamente: "Primero, honramos al cielo y la tierra—"

Yo llevaba un velo todo el tiempo, lo que me dificultaba ver claramente lo que sucedía afuera.

Pero Camilo no soltó mi mano en ningún momento, guiándome en cada movimiento.

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