Diario de una Esposa Traicionada romance Capítulo 913

Ander Elizondo levantó la vista hacia ella, sus ojos brillaban con sinceridad.

"Si llega ese día, lo haré."

"Pero yo no quiero."

Leticia Navarra se sentó de golpe, cruzando las piernas, preparándose para tener una charla seria con él.

"¿Has pensado alguna vez que morir por mí parece muy romántico, pero sin ti, ¿cómo voy a seguir adelante?"

"Si tú no puedes perderte a ti mismo, ¿cómo esperas que yo te pierda?"

Ander también se sentó frente a ella, imitando su postura.

"Tienes razón, pero si no puedo salvarte, ¿no estaré enfrentando el mismo dolor?"

Es un dilema sin solución.

Lo que nos depara la vida siempre es incierto.

"Mejor dejémoslo así, mantengamos la calma."

Leticia se recostó de espaldas, "El enemigo ya está a la vista, pero mientras nos preparamos, también debemos vivir bien nuestra vida, sin angustiarnos por cosas que quizás nunca sucedan."

Ander se inclinó sobre ella, mirándola desde arriba.

"Conserva esa actitud, feliz y libre, y déjame a mí preocuparme por el resto."

Siempre fue de prevenir antes que lamentar, de anticiparse a los problemas e incluso pensar en varias soluciones y estrategias de antemano.

Para no ser tomado por sorpresa.

Ahora que Felipe Lozano había dado la cara, pero siendo enemigos de años, él conocía a Felipe tanto como Felipe lo conocía a él.

Sus preparativos quizás no sean perfectos.

Pero decidió no compartir estas preocupaciones con ella, para evitar que se angustie o se sienta atrapada.

"Ahora hablemos de algo más serio."

Para cuando Leticia ya estaba adormilada, ni siquiera se molestó en quitarse el maquillaje.

Escuchaba sus palabras solo vagamente, medio dormida.

Ander la observó con los ojos cerrados, sonrió, se levantó a buscar desmaquillante.

Incluso buscó tutoriales en línea.

Paso a paso, le limpió la cara.

Luego, le pasó una toalla.

Y después, comenzó a disfrutar de "un festín".

Leticia se sentía meciéndose, como en un barco en sus sueños.

Despertó antes de poder hablar, y su cuerpo ya estaba bajo el chorro de agua caliente, pasando de sentirse en un barco grande a una pequeña canoa.