Diario de una Esposa Traicionada romance Capítulo 999

"Hmm," la palabra seguía al humo, escapando de sus fosas nasales.

Cloé presionaba sus labios, por un momento sin saber qué decir.

Camilo levantaba la mano para tocar su cabeza, diciendo: "Lo más importante ahora es encontrar a Leticia."

...

Cuando Leticia fue bajada de la balsa, fue cargada.

Como si fuera un cerdo, la arrojaron en la cajuela.

Cayó pesadamente, casi desarmándose.

Con un golpe seco, la cajuela se cerró, sumiéndola en la oscuridad, rodeada por paredes que parecían absorber el oxígeno del aire.

Intentó liberarse de las ataduras, pero estaban bien hechas, apretándose más con cada movimiento.

El dolor punzante en sus muñecas le indicó que se habían lastimado, así que dejó de moverse.

Pero el camino era irregular, y ella iba rebotando arriba y abajo.

Por suerte no había comido nada antes de ser atada.

Si hubiera vomitado, ese espacio cerrado la habría asfixiado primero a ella.

Así que, cuando fue sacada de la cajuela, su cabeza estaba pesada, como si un grupo de monjes golpearan madera en su mente.

"Dejadla en mi habitación."

Leticia no entendía lo que Felipe decía.

Pero justo después de sus palabras, una voz femenina resonó.

"¿En tu habitación? ¿Planeas adelantarte?"

La voz era tan familiar que Leticia se estremeció.

¿Laura?

Pronto obtuvo su confirmación.

Paf—

Una bofetada aterrizó fuerte en su rostro.

"Al final caíste en mis manos."

Laura, vestida con ropas locales, por un momento hizo a Leticia creer que era de aquí.

Pero viendo su actitud, seguramente tenía una estrecha relación con este lugar.

"¿No eras muy habladora antes? ¿Ahora te has quedado muda de miedo?"

Claro que Leticia tenía miedo.

Era un ser de carne y hueso, además estaba atada.

Si Laura decidía hacerle algo, no tendría ninguna capacidad de defensa.

Morir sería un alivio.

Pero en el Norte de Myanmar, los métodos de tortura eran innumerables.